Son cuatro. Son dos y medio, pero simulan ser cuatro. No se explica bien, porque la explicación es en efecto eso que buscamos como método. Como respuesta pragmática a la constante inacción. Un poco eso, un poco esto. Y al final, seguramente quede resuelta cierta insatisfacción mediana. Digo, pienso, callo. No hay momento más sublime, ni ausencia más evidente. No sé bien, si es que faltás vos o que falto yo, quizás jamás estuve, porque esa forma dulce, o agridulce, de tenernos era una mera extrapolación de vidas. La mía y la tuya, pero a la vez la de dos entes ajenos a nosotros mismos. Eramos lo que debíamos ser, eramos y no eramos. Somos y no somos.

De pronto el lenguaje que conocemos es una gutural yuxtaposición de simbologías poco desenvueltas. De pronto no sabemos lo que decimos, ni sabemos oír lo que nuestros labios emanan. Somos cuatro, decía. Somos dos ahora. Ni medio, ni más, ni menos. Acaso es posible ser lo que no se quiere ser...ser lo que quisieran que fuéramos. Pero quién quiere. es improbable reconocernos por fuera de la imaginación ajena, incluso poco probable que sepamos distinguirnos entre la mugre. Entre la mansa muchedumbre. Mansedumbre.

Síntesis de palabras, síntesis de vidas. Comunión de sensaciones, porque eso es lo que somos y seremos, simples, efímeros...sensaciones. ¿Y ella? Ella mira, mira mucho, perpleja, o quizás indiferente. Mira porque hay que mirar, HAY QUE, mandato divino del reglamento de las sacrosantas relaciones. What the hell, what the fuck!?¿
Pasaron dos horas, o pasaran tres o cuatro, peor no hay ningún resquicio de olvido. Es y fue, fue, es, será. No buscar más allá del sol, el sol -ni siquiera sé si exista- es aquello que ponemos en el horizonte. En nuestro horizonte está el sol, claro! Pero en cada horizonte hay un nuevo sol, y en cada uno hay un nuevo horizonte. Solo abrir los ojos. Solo dejar de ver.