Estoy cantando en voz muy baja. Canto una canción triste, tristísima. No la más triste del mundo, pero una que no tiene nada que envidiarle. Le sobran lágrimas y nostalgias. No se canta ni se deja cantar. Se susurra.

Estoy susurrando una canción muy triste. No habla de vos, ni de todo lo que fuimos. Habla de todo lo que no fuimos, y de alguien que ya no sos. Se escapa como un hilo de voz, o como un leve quejido entre los labios. Una pena dulce que arde. Se quema.

Estoy quemando recuerdos ardientes. Crujen las hojas que dejamos escritas hace tiempo, pero crujen con más intensidad las que dejamos en blanco. Rebota el sonido liviano, haciendo denso mi cantar. En cada nota, se ahueca profunda la hermosa existencia.

Estoy existiendo en forma ahuecada. Desposeído en la forma más hermosa. No te tengo ni me tengo. Solo poseo esa canción que canto en voz muy baja. Ese susurro triste que te cantara al oído y un error ortográfico que cambió las cosas. No sos vos, sos voz.