Náufrago en la espesura de tu silencio. En casa.
En tus ojos meditabundos y entre las no caricias.
En los párpados que se apagan de a ratos. En los murmullos risueños.
Y a cada paso un tropiezo. Y en cada tropiezo un andar.

La pereza en su versión autodidacta. En nuestra versión.
En la belleza de una hoja rota y sus comienzos infinitos.
Despedirte a cada hora y por correo. Despedirse por los ciclos de los ciclos.
Y en el cielo, dos cielos. Y cada mañana se desarma en mi cama.