Ella es una princesa, una reina, una niña bien,
un capricho alimentado, vaya usté a saber por quien.
Que no quiero que me quieras y que no me dejes de querer
cuando empiezo a distanciarme, tu me vienes a retener.

Juegas con mi tolerancia , mi paciencia incondicional,
me sujetas a tu esencia, con un mensaje subliminal...
me sofoco y me libero, me averguenzo ante tus miradas,
las adjunto a tus indecisiones, y te las dejo por ahi tiradas...

Cuando las historias, se cubren de tanto misterio,
pasan a ser histerias, de hastio y sin criterio...
Cuando las histerias, no llegan a ser historias,
se ponen en evidencia, las excusas más notorias.

Me acerco hasta tus labios, los beso en mi imaginacion,
les pido que me devuelvan de mi triste enajenación.
Que soy tuyo cuando soy mio, y que no soy sino me posees,
que para que hago tanto esfuerzo, si te quiero y tu no me crees.

Titere de tus confusiones, el colgante de tus caderas,
lagrimeando entre tus rechazos, y humedeciendo tus maderas...
pensando en poder quebrarlas, queriendo acabar el juego,
jugando a perder me alejo, llorandote un hasta luego.

Cuando las historias, se cubren de tanto misterio,
pasan a ser histerias, de hastio y sin criterio...
Cuando las histerias, no llegan a ser historias,
se quedan sin nacimiento, y mueren siendo prehistorias.

Este actor de poca monta, que no ha pasado de secundarios,
se retoba, se subleva, se desvive en los aniversarios...
Esos pequeños dolores, que le gritan, que le recuerdan,
que a mi me pedis los labios, y a otros que te los muerdan.

Ya no me creo que tu te fuiste, ni que te quedas o te iras yendo,
solo que me quisiste, que quiero que me quieras, para quedarte queriendo...
Si solo vivimos de eso, de so y de ni, y de ya no poder negarlo,
No pretendas coincidencias, que serìan la condena, que serìan para apagarlo...

Cuando las historias, se cubren de tanta ciencia,
pasan a ser histerias, de lamentos y dolencia...
Cuando las histerias, no llegan a ser historias,
se agotan y se bloquean, restando las sumatorias.

Cuando las histerias, no llegan a ser historias,
se quedan sin nacimiento, y mueren siendo prehistorias.




Suprimiendo el costado màs anarquista de mi ser, atè mi eternidad a la cadencia incoherente de tus rìgidos estatutos. Aboliendo las libertades, encadenè mi paciencia a la efervescencia de tus pasiones adolescentes. Adolescentes por furtivas, por candentes, y por carentes de consistencia. Pero capaces de subyugarme por reales y de pervertirme por atrevidas.

Renunciando a la propia dominaciòn de mis sin sentidos y mis voluntades. No eran màs que los restos que quedaban de esas involuntarias inacciones de tu no ser. Renunciè por heròico y poètico. Pero renunciè tambièn por vago y mal entretenido. Porque es màs fàcil dejarse ser, que ser por uno mismo. Es màs còmodo y hasta màs placentero quizàs.

Asumiendo entonces, que la causa de nuestro amor no era tal, y que no es real el amor que orpime, contrae y cercena, sino el que libera, expande y construye. Aceptando y descubriendo, en contra de nuestra preferencia, que es mejor ser solo, antes que ser solo por duplicado. Estando al lado de quien no es màs que una proyecciòn falaz de nuestras inseguridades y falta de agallas. De nuestra incompetencia e inoperancia, para ser autores de nuestro propio guiòn.

Comprendiendo que resignar las utopìas no es sinònimo de lograr objetivos a corto plazo. Sino descreer de uno mismo y alimentar la falsa sensacion de satisfacciòn, que nos proporciona el alivio de la sed, mediante una gota de cianuro.

Tomo el camino de la soledad constructiva. Esa que nos enseña y retroalimenta. La que nos prepara para afrontar el compromiso bilateral de una uniòn purificadora y en la cual no se derramen màs làgrimas que las necesarias, ni se hagan màs leyes que las que deban hacerse. Sin habladurìas protocolares, ni parches reconstituyentes. Esa sociedad que nos permita al fin, el anarquismo màs respetuoso. Donde tu mirada sea còmplice de mis ganas y los silencios, sean las legitimaciones tàcitas de lo que no hace falta decir jamàs. Donde respetemos la libertad del otro. Sabiendo que ella es la principal arma para mantenernos aùn màs unidos y contenidos el uno, en el otro. En otro en el uno.




Lo matizo con la resignación, tras esa sonrisa electrizante. Lo niego.
Lo secciono y lo aparto.Y Queda ahì. Justo ahì.


"Entre tus agujas indiferentes y mis falencias más precisas,
Con su falta de premisas, o quimeras referentes.

Esperando a que lo alientes, o le pongas las balizas,
Desgarrarnos las camisas, o dejar besos latentes.

Con su lagrima consecuente, y mis penumbras sumisas,
Tus ordenadas y mis abcisas, que se cruzan sugerentes.

Mis pecados mas calientes, disparadores de tus risas,
la frialdad con que te erizas, en calores emergentes.

O esos pechos turgentes, el valuarte donde izas,
donde calas con palizas, a mis miedos mas salientes.

Que la lapicera pudiente, describa todas tus prisas,
No pretendas que la tiza, sepa escribir valiente.

Es temblorosa y reticente, a dar respuestas concisas,
y con tus vueltas atizas, mis fuegos insuficientes.

Mas tu aduana se resiente, cuando tu onda se alisa,
y en mano me das las visa, para habitar tu inconsciente
"


Podemos callarlo. Jugar a nunca decirlo, a dejarlo ahì. Podemos. Pero el calor que se instala ahì, siempre brota. Antes. Despuès. No se sabe. Pero sale.
Ojo, te vas a quemar. Me vas a quemar.




En la europa de extrañas lenguas y todo rubio,
del pasado efervescente y divisional,
mi amor iba sin fronteras hasta el danubio,
el final del infinito, ese corte meridional...

No abusen de la insania ni la ceguera
acusandolo de pillo a este buen hombre,
te desnude en el parlamento de la ribera,
y luego subí al castillo, sudandole al otro nombre...


Las cuentas de mi cabeza están descontadas
no hay psicologica ayuda ni ningun test,
no es locura, no es misticismo ni cuento de hadas,
a una la quise en Buda, a la otra la ame yo en Pest...


Abdico inerte ante tu regimen personalista,
renunciando a la posesión de mi propio ser,
irguiendote entre las es-tatuas socialistas,
amando tus besos bolches, y Tu-mi ideal de mujer...

Con caprichismo entrará la parca capitalista
trayendo esos ojos verdes desde Israel,
que en calle Vaci, añoro determinista,
con la oz de su no mirada, las cadenas de su piel...


Las cuentas de mi cabeza están descontadas
no hay psicologica ayuda ni ningun test,
no es locura, no es misticismo ni cuento de hadas,
a una la quise en Buda, a la otra la ame yo en Pest...


Ahora hincaran el diente los moralistas,
odiando la desdoblez de mi sinrazón,
volcando su amarillismo mas fatalista,
con tinta negra en los diarios, enlutando mi corazón...

En vez de ganar con una, pierdo del todo,
jugando la doble chance, al por ir mas,
desafiando a las matematicas de mal modo,
queriendo que 2 sean 3, queriendo robarle un as...


Las cuentas de mi cabeza están descontadas
no hay psicologica ayuda ni ningun test,
no es locura, no es misticismo ni cuento de hadas,
la una me dejo en Buda, la otra me dejo en Pest...




-Viste el tipo ese que conocimos en La Chaucha? ese tipo, el pelado que no lo dejan hacer nada...pobre tipo eh- se quejó el Ruso, mirando de reojo al Rengo, por sobre la edición matutina de La Nación.

-En la cancha querrás decir, pero de qué pelado hablás?- Contestaba a desgano el compañero de mesa.

-De Toriberti , no te acordás? Y es La Chaucha! El bar del “negro” Sainete, que tipazo ese eh!-

-Uhh como me voy a olvidar del pelón! Si si, claro que me acuerdo, si lo tenían atados de pies y manos los problemas maritales!, y el barsucho del Sainete, que épocas- se enjuagó una lágrima – habremos tenido 23 o 27 años, no más…tardes de radio nacional y meta billar eh!.

-Si, puede ser-

El Ruso y el Rengo se conocían de toda la vida. Pero de en serio, de esos amigos que se conocen desde antes de nacer, e incluso de otras vidas quizás. Nada podía quebrar sus eternos mitines de cada tarde al apagarse el sol. Habían sobrevivido a cuatro novias robadas, dos o tres peleas por dinero o trabajo, tres bares fundidos. Y a pesar de todo, seguian ahí firmes, imperturbables y fortaleciendo su relación con el paso de los años y las desgracias compartidas. Jugaban al ajedrez dos veces por semana, discutían de política y fútbol, y alternaban la cuenta del café, una vez al mes. Pocas veces hablaban de terceros conocidos, o por conocer. Menos eran las veces que se comentaban sobre sus respectivas mujeres. Muy a su pesar, o quizás como lección de sabiduría muy bien aprendida, habían decidido excluir a las mujeres de sus charlas. Regla básica para sostenerla en las peores épocas de tensión y recelos.

-Eh, que pasa Rusito? Nunca te me quedás tan corto de palabras, y esa mirada perdida qué es? No me asustés padre, la única vez que te vi así, fue cuando te encamaste con la Beatriz. Uh, la Bea, que mina que perdí… sisi ya sé, no es tu culpa, ella te buscó por mi falta de atención y eso- ahora el Rengo monologaba, sin dar lugar a la respuesta, aunque fuera escueta, de su acompañante- pero es así, sabés, cuando la tenés la descuidas y después que se fue, la endiosás.

Era un tema trillado, y de haberlo hablado tanto en esas doradas radiografías de otros tiempos, ya sabían sus opiniones y pesares de antemano. No hacía falta que respondiesen a esos monologos que simulaban ser conversaciones de debate. Era una via de escape, una forma alterna de liberar viejos odios o al menos, poder nombrar mujeres sin temor a romper sus diplomáticas relaciones.

-Pasa que ando con la cabeza en La Chaucha. Ese pelado Toriberti, con ese perfume tan particular, como es que decías?

-Meo de gato!, olor al meo del Catalino tenía eh!, si, imborrable aroma, cada vez que abrazaba al pobre, me acordaba del pelado, después se fue borrando, como todo lo de esos años, vos sabés.

Y no, no sabía el Ruso. El era de recordar todo, hasta los más minimos detalles distintivos de un desconocido que se haya sentado, no más de una vez en las mesas de sus bares. Sus bares eran esos a los que habían mudado las yuntas, cada vez que el antecesor fundía o se convertía en cancha de paddle.

-Bueno, eso. Meo de gato, de perro o agua de pozo. Lo que sea!
El otro día, me voy como cada mañana a laburar y la dejo a la Inés dormida. Vos sabés que es raro que ella duerma cuando me levanto, siempre me trae el desayuno, me plancha la camisa y sale a correr una horita. Esta vez no. No es raro?-

El Ruso estaba tenso, miraba la nada y pensaba cada palabra. Una mirada que solo tienen los locos o los que están muy concentrados. Y él no era de concentrarse ni de estar loco. Eso hizo que el Rengo no se porfiara de la situación, y trato de tranquilizarlo, a pesar de la tácita regla de no hablar de sus mujeres.

-No se pá. Creo que exagerás. Pensá que puede haber estado cansada, quizás tuvo insomnio y se pasó la noche entera desvelada. O está medio deprimida, que sabés? No seas insensible tampoco. Cuantos años tiene ya? Será la menopausia capaz.

-Pará un poquito, una cosa es que yo te de lugar, y otra distinta es que hablés de mi chinita sin siquiera saber eh.

-Bueno bueno, no dije nada malo. Te tranquilizaba.

-Perdoná- Masculló el Ruso y dejó caer el diario. La vista se había clavado en los ojos de su amigo, rival y sostén. Veía en él a un hermano, un confesor. Alguien que siempre le entregaría su oido y su tiempo, incluso sus mejores intentos en pos de ayudarlo. Aún cuando metiera el dedo en la yaga, era incapaz de hacerlo adrede. Titubeó, dejo entrever una sonrisa chueca y desgastada por los nervios, y mirando a una nada aún más profunda le abofeteó sin demagogias:
-Creo que la Ines me esta cagando. Sí, eso!-se convencía mientras vituperaba- La muy hija de puta me metió otra vez los cuernos.

El Rengo no hizo muecas, se aseguró de mantener la pasividad y simuló indiferencia. Bueno, no tanto. Pero permaneció tranquilo. O al menos se convenció de su falsa tranquilidad.

-Es muy fuerte esa acusación viejo. Le dijiste algo de tus sospechas ya?- pareció interesarse el Ruso.

-No no, sos al primero que se lo confieso – mintió premeditadamente- No quiero hacer algo de lo que me arrepienta, sabés que a ella no le gusta que desconfíe.

-Y hacés bien, digo no? Mirá si es inocente eh, sabemos de las guampas y de la parca, nadie se salva, pero ya tuviste tu buena dosis, je.-parpadeó para ver la reacción de su amigo y al verla desfavorable prosiguió- Ufa che, es una broma, no seas tan trágico tampoco, es una exageración…a ver..estem…decime, quien creés que es?

Los silencios eran condimentos esenciales de esa mesa de vida. Sabían vertirlo en buenas dosis y cada vez que la reflexión invitara a hacerlo. Se abría paso y alivianaba las poses de guerra, los enojos y hasta sublimaba las diferencias de criterio. Pero ese silencio se hacía eterno, los dos podian olerlo. Era uno de esos huecos sin final, que llevan escrito en su destino, el ser infinitos. Si se quiebra, será para mal. No importa con que palabra se rellene ese silencio, siempre será provocadora de la debacle. Y lo fue.

-El pelado Toriberti. Si, hace ya varios meses que sospecho, no me mirés raro. Que querés que haga? Esa yegua viene cada vez más agotada, no me corre ni la primera, ni la octava, Le da igual. Y el otro día me acordé, se me hizo al luz. Le besé la cabeza, no queriendola despertar, y así como quien no quiere la cosa, me penetra ese vaho.

A esa altura del relato, el Ruso echaba espuma por la boca, y la comisura de los labios amenazaba con romper en sangres. El rengo? Bien gracias, se relajaba en su silla y adornaba su rostro con falaz sorpresa, y una relajación muscular insusitada. La vehemencia de su relato, impidió al propio Ruso dar cuenta de eso. Pero su amigazo, se acomodaba en la silla como quien se acomoda en la butaca del cine para ver una de acción. Con cara de feliz cumpleaños y pochochos a rolete.

-Jaja, dale seguí contando, está buena la película. – el ruso estalló en carcajadas, pero no sobre actuadas, sino reales. Daba respingos de alegría y se mofaba abiertamente de su abatido amigo.

-Pará flaco que te descerrajo el bonete, de donde saliste? Sos mi amigo, mínimamente respetá lo que te cuento. Además siempre quisiste que me fuera mal vos. Sos lo peor. Pero bueno, no viene al caso…decía que ese olor a meo de gato, que trae la china, no es más que el olor de ese pelado hijo de una gran…

-Bueno bueno, tranquilo hombre!, no cantés bingo que no ha salido tu numero aún. Creo que sería bueno un copetín, para bajar tanto bochorno. Lo que tenés es un ataque de celos, andá a saber. Qué perfume usa la Inés?

-No renguito, creeme que es así, tal y cual. Si te digo que es meo, es meo. No quise enojarme con vos, pero ya sabés…que pelado turro, quien lo hubiera dicho! Si me dijo que quería el telefono de ella solo para que cuide a su madre…

-Cualquiera peca de ingenuo, no te hostigues. Vení tomemos un fernesito que yo te invito. Además hasta que no sea seguro, no te deprimas…ja, el pelado Toriberti con la Inés. No puedo imaginarlo.-

-Está bien, dejá nomás. Capaz son ideas mías y es cierto eso que decís. Mejor vuelvo al bulo a charlar con ella y si me animo, le pregunto por ese olor. Que olor tan fuerte, tan particular…mmm que es ese olor? Sentís?

-Ja, no jodás viejo, estás paranoico – se levantó y se puso la campera- Mejor andá a casa y descansá. Y preguntale a la negra, seguro estás imaginando cosas.

Se acercó a la barra y pagó por ambos. Era su turno, no llamaba la atención. Le palmeó la espalda al pasar y le gritó al salir. Algo sobre una partida de ajedrez a jugarse la próxima semana. Salió y caminó las tres cuadras que lo separaban de su departamento. Subió, se sacó la campera, se sentó en el sillón del living y se sonrío mientras abrazaba a su amado y apestoso Catalino. En un rato lo baño, pensó. Y se relajó.




Durante un mes y medio estuve viajando al rededor de mi propia persona. Viajando fisicamente por Asia y Europa, viajando metafìsicamente en la definiciòn indefinida de mis amorìos desamorados. Y de tal extraña conjunciòn, surgieron un sinfìn de escritos, algunos con destino de M, otros muchos de J, y en su mayorìa de M1. Por motivos de real apertura y confesiòn, de purificaciòn y limpieza interna, decido empezar a hacerlos flotar. Hoy les dejo el primero y el ùltimo de los que escribì en tierras extranjeras.

"Tu voz diciendo que no y tu pecho gritando mi nombre.
Las miradas privadas de su pùblico destino, surcadas por la tesitura de su desidia y la violenta indiferencia de la inseguridad.
El color de tus nervios tiñendo mis ansias, el deseo personificado en los recovecos de tu vientre y la textura de las ganas al compàs de tus manos indecisas.
Tu aliento entrecortado por el miedo y en la cima de siu culpa, mi necesidad insatisfecha. Candor de amores inconexos, de besos mitad dados, mitad por dar; de movimiento alentado de etereas y eternas caricias.
Pausa de dudas en la tormenta de ilusiones acumuladas, menos miradas, menos estar. Menos y menos, màs! Màs de la elèctrica adrenalina quemando mi sublevada intentona. Una longeva penuria que me seca el razocinio y me subyuga en el hedor maravilloso de soñarte.
Y en mis entrañas, el vaho sublime de poseer y ser poseido..."


Luego pasaban los dìas y mi cabeza desvariaba lo siguiente...

"Los besos que lleven mi nombre estampado en el destinatario, sabràn llegar, aùn cuando no me los hayas dado. Que la intensidad de tus no besos, sea compatible al fragor de los candidos recovecos añejos, que supiste desterrar.
Yo no pretendìa nada, no pretendo aùn...
Pero quisiera poder exigirle a tus labios que sepan sincerarse con el mandato de tus ganas. Sintiendome digno merecedor de tal osadìa, y aùn creyèndolo mutuo, me alejo prudente.
Evito por toda razòn, el sinsabor de besarnos sin hacerlo y pido a conciencia, olvidar el sabor de los labios que no conocì..."


Eh ademàs de limar asì, la pase de pelos!