Todos hemos pasado por la maravillosa experiencia de precisar *(inserte lo que sea que hayan precisado de alguna empresa de esas grossas(?) que te dan servicios desinteresadamente(?)). Todos nos hemos quejado de la gente que atiende y demás, como si no supieramos que la pobre gente, amén de que muchas veces pueden ser de los que atienden mal y ya, son trabajadores sumidos bajo un sistema que no disponen, y del que no pueden escapar. Todos blah. Todos putos y demás. Yo, sinceramente, no sé como luchar contra eso, contra esa burocracia ridícula a la que someten, cual amansadora, a los usuarios que, pelotudos como somos, pagamos en término y suplicamos (ya ni exigimos como correspondería) por una atención digna, un servicio acorde. Ahí saltaría el empresario inteligente a decirme que si no me gusta, me queje por la via del mercado, no consumiendo. Esa expresión sería la típica de un economista que no sale de la teoría para sumergirse en la práctica. Pero obviemos esa ofensa al sentido común. Obviemosla porque si no, debieramos contestarle que no! No querido y obtuso empresario, no puedo prescindir de su obsceno servicio, porque a diferencia de lo que debiera ser una correcta situación de competencia, control y regulación de los entes encargados a tal efecto; nos vemos sumergidos en esta espiral de podredumbre. Usted disfruta del monopolio u oligopolio que su rubro (amparado por el Estado) le otorga, y yo, como ser urbano (o humano, ya no sé que viene primero) me veo en la "necesidad" de consumir lo que usted me da como preciada limosna. Ja.Ya quisiera poder abstenerme de tal usufructo osado de los servicios!
Pero bueno, he caido en la conclusión de que podría retrotraerme a una condición previa a la explosión multimedia y de telecomunicaciones, absteniendome de celulares, cables, internet, y teléfonos. Pero aún así, dependería del uso de otros bienes más básicos, para los cuales también me vería obligado a pedirles "por favor", a las empresas destinadas a la explotación de los mismos (y que por ello cobran lindas tarifas) que fueran tan amables de otorgarme tal prestación y blah. En tal caso accedería a su bendito sistema de atención al cliente. Oh si. Bendito yo sería si me atendieran y solucionasen eficientemente mi problemática. Todos putos.

La atención telefónica de todas las empresas de "pseudo"-servicios, son patéticos. La satirización de la burocracia en su máximo exponente. Uno se siente bien forreado.
Desde Movistar (o cualquiera) con sus pelotudeces incesantes a la hora de otorgarte el servicio que fuere, aún incluso aquellos por los cuales estás dispuesto a pagar extra! Pasando por Cablevisión y su inexplicable hijaputez de dejar "descolgado sin querer"(?) el telefono de atención al cliente, en el preciso instante en que Central empalaba a los leprosos en pleno Gigante de Arroyito. Y uno que paga todos los meses el servicio "extra" de partido de la fecha, se quedaba sentado inerte a la espera de que el gol del Chacho Coudet le devolviera, o devolviese, el alma al cuerpo. Así sin más.

Qué bronca te da cuando le decís:

"Señorita, yo sé que no es su culpa, que su empleador la mantiene bajo un sistema de semi explotación aberrante en el cual no le otorgan facultades para el correcto desempeño de su trabajo -y mi atención- por lo que se ve imposibilitada de brindarme una respuesta acorde a su coeficiente intelectual -y mi necesidad-. Todo eso lo sé y, me disculpo de antemano, por mi descortesía al decirle: ¿Por qué no se va a la concha de su madre? No! No quiero que me pase con el *112, ni con el *611, ni con el sector empresas, ni con ningún 0-800. No quiero porque ya hablé con todos ellos y cíclicamente deriva en este centro de atención, que me derivará a otro, y así eternamente hasta que me resigne a no conseguir lo que buscaba. O peor aún, me olvide que carajo necesitaba antes de llamarlos y sentir la irrefrenable -y nueva- necesidad de ponerles una bomba en la empresa. Ah,¿si? ¿Cómo? ¿Qué ahora no me pasás con nadie, sino que tengo que ir al Centro de Atención al Pelotudo, más cercano? Bueno, hagamos algo. Sé que este sistema importado y amansador, no es culpa tuya, entonces me copo y voy hasta ahí. Pero garantizame que me van a resolver lo que "USTEDES" hicieron mal en principio, porque si no lo pueden hacer ahí, te juro que así como voy, me inmolo o les prendo fuego. Voy a ir preso, a salir en Crónica, y todo porque me volvieron loco en un centro asistencial para los que necesitaban un servicio. Si, usted también tenga unas buenas tardes, y de nada."

Uff. Necesitaba esto (?)




Lento y pausado, el andar es siempre el mismo. No se aminora la marcha si es constante el caminar. Corren los que huyen, corren los que tienen prisa. Corren aún sin saber a donde van.
Pero sólo caminan aquellos que saben apreciar, lo que a cada paso dejan atrás. Los que en cada pequeño avance, observan lo que los sobreviene, con el ímpetu severo de quien anda su propio camino.

La vida transcurre entre aflicciones ajenas. Coexistiendo con el recuerdo de los que fueron, con la imagen creada de los que vendrán. Somos seres atemporales, aunque nos atemos al concepto de tiempo para encontrar una lógica existencial. Nos persigue la lección pasada, y nos apura el ejemplo a futuro. El presente no es efímero, simplemente es un paisaje difuso que no intentamos descifrar.

Podremos buscar la fórmula mágica, la solución acabada, la receta de sabiduría. Podremos, aún incluso, retroceder en nombre del progreso. La paradoja más dulce, abre -abrió y abrirá- las brechas más amargas. Y entonces podremos con todo eso, y podremos mucho más también. Pero jamás podremos con nosotros mismos, porque ya no sabremos quienes somos. Llegarán los tiempos concebidos en las quimeras más añoradas, llegarán...y no serán, lo que creimos serían.

Correr y mirar hacia atrás, son acciones físicamente incompatibles. Poéticamente inverosímiles. Las enseñanzas del pasado, se aprenden en la práctica presente. Las creaciones futuras, se moldean en el actuar cotidiano. Y aún con esas certezas-quizás las únicas a priori-, nos olvidamos de dar cada paso. Caminar junto con el que esté a nuestro lado. Lo más simple, suele ser lo más complejo. Y aquello que nos atormenta con su complejidad, conlleva en sí, la antítesis más simple. Y la síntesis resultante, tan sólo es aquello que hace tiempo olvidamos, o que nunca supimos ver. La vida. La vida misma, que sonríe con apatía, a la espera de que alguien se detenga en ella.




Tengo un sinfín de motivos para vivir y despertarme a diario, y sin embargo me pregunto cada noche: ¿Qué sería de mi, sin la esperanza idiota de sentirme igual que ayer? De sentirte igual que ayer.

Los años pasan y nos encuentran distintos. Nos vanagloriamos de los crecimientos y las experiencias que el otro no pudo ver. Soltamos palabras alegres, mezcla de una nostalgia latente y un encuentro semi fortuito. ¿Qué nos une? ¿Cuánto nos une?

Tengo las ganas un poco más cansadas, las sonrisas más medidas, los llantos más espaciados. Tenés los ojos más repletos, los párpados más hinchados que entonces, y la mirada menos inocente. Pero sigue dulce el encuentro. Sigue flotando en el aire, una especie de confusión adolescente. ¿Cuándo es mucho tiempo? ¿Existe la espera, cuándo no sabemos qué esperamos?

No creo en lo místico, no le atribuyo fuerzas superiores, no concibo lo sobrenatural. Pero estás acá, y yo estoy ahí. Nos separa una barrera invisible. Algunos le llaman "Paso del tiempo", otros le decimos "Cómo disimular que te he extrañado". Rótulos inherentes a nuestra falta de exlicaciones. ¿Por qué seguimos ligados a lo que hace tiempo no es más que un nudo?

Buscás lo que no encontraste en ningún lado. Y yo no sé lo que pueda buscar. Se me escurre tan sólo una razón, que hilvano torpemente en forma de pretexto: "¿Viste cuándo analizás tu vida? ¿Lo que fue, lo que sos, lo que serás? ¿Viste cuándo ves una película tonta, o una existencialista? ¿Ó cuándo una muerte cercana, te pone a reflexionar sobre el final? Bueno, no sé que pueda querer yo de vos, pero estás arraigada en cada uno de esos momentos. Y es que a veces, me cuesta concebir la dicha completa, creyendo que quizás no vuelva a besar tus labios. Yo soy feliz con lo que soy, pero aún así, me despierto cada seis meses habiéndote soñado.

Anoche sentí tu cuerpecito. Lo sentí con una inexplicable e irrefrenable sensación de paz. Me abatió la tranquilidad al ver que tus hombros seguían queriendo mis manos. Me subyugó la calidez, cuando llenaste otra vez el hueco de mi pecho. Ese hueco que hace años fuera tuyo, y en el que nadie ha sabido encajar jamás con tanta sutileza. No tengo siquiera un esbozo, de lo que sea, o signifique, la felicidad. No sé si algún día la encuentre en forma definitiva, si exista, o si la esté buscando. Todo lo que tengo, es el recuerdo de anoche.