Como quien no quiere la cosa, la promesa de las no promesas, fue quedando en desuso.
No sé, a ciencia cierta, si fue por los besos que nos vencieron, o el haber vencido a los besos. Tampoco podría precisar, si primero quise decirlo, o fue tu pregunta; la que me llevó a dar una respuesta. O me quedé callado?
Recuerdo haber sentido en mi cabeza, el golpe seco de tus palabras. O acaso eran las mías, que se agolpaban hilvanando una declaración pertinente. Real.

Yo estaba besando tus hombros, e inhale largamente. Vos me besabas la nuca y acampabas en mi espalda, cuando inquiriste tímidamente. Y ya no pude contenerme. Conmocionado por el éxtasis y atontado por el contacto de tus pequeños senos con el hueco de mi pecho, indagué en mi capacidad.
En realidad, no estoy tan seguro. Puede que haya sido así, o que el orden esté alterado. Puede que yo nunca te haya respondido. Pero tiene respuesta, y no me deja mentir. Vive conmigo desde ese momento, y no podrá borrarse. Yo me empecinaba en robarte cada aroma, y vos en saber que olor tenés.
Olor a vos, pude decir sin pensarlo. Y aunque no suene convincente, es por demás suficiente.

Lo que queda grabado en mis recuerdos sensitivos, es el agridulce de tu piel al ser amada. Dulce y tibia, como el tabaco entremezclado con el café, por las mañanas. Como la miel y las ganas, con la textura del pan tostado.
Agria como el ultimo beso, con sabor a despedida. Con sabor a miedo, a incertidumbre y a lejanía.
Me quedo con la imagen sepia, de tu cuerpo desteñido. Tendido al borde de mi cama, fumando compulsivamente. Tapando en cada bocanada, las palabras que se nos escaparon.
Llevate vos el abrazo, el beso y quizás, la caricia. Son las única armas que poseo, para saber que vas a volver.
Y si acaso no volvieras, al menos habrás encontrado la respuesta que buscabas. Mayra sabe a Mayra y huele a Mayra. No es poca cosa. No para mi.




Cuando los ojos empiecen a cerrarse y vuelvas a mi pecho por última vez.
Cuando los labios no busquen más bocas que la que los sabe morder sin dolor.
Cuando las dos horas que hoy tenemos, sean los dos siglos que buscamos ayer.
Cuando me pidas que no explique y yo entienda sin explicar.
Cuando se arquee tu espalada y me acerque los pezones lejanos y suplicantes.
Cuando mi mano tome la tuya y le obligue a callar lo que no podamos prometernos.
Cuando los ojos se abran y vean el final de un principio que empieza cuando termine lo terminal.
Cuando me digas adios y yo no te oiga, porque juntos prometimos no poner fechas ni condiciones.

Cuando muerdas el olvido y te sepa a desgano...solo espera que pase la angustia. El recuerdo, como el buen vino, es un objeto con vida propia. Y al pasar el tiempo, cobra el sentido justo, y la valoración que realmente amerita.
Pero hoy, no busques nada. No pienses nada. No digas nada. Hoy dejemos que esta última imagen se fije.
Mañana hablamos.




-Aunque tu te vueles, aunque quedes lejos
lejos de mi cuerpo, de mi tacto y mi canciòn.
Aunque tu me dueles, dolores de espejos,
que no te reflejan, que desgarran la oraciòn.

-Aunque juegues fuerte, a esconderte en la distancia
distancia que acerca, al abismo del adios.
Aunque seas la suerte, que se tiñe de aul francia,
que destiñe las ganas, absorviendo hasta mi voz.

-Aunque no decidas, aunque seas la muerte inerte,
inerte el acertijo, de la no resoluciòn.
Aunque precabidas, sean las murallas del fuerte,
no podràn con las cenizas, que seràn mi resurecciòn.

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Voy a dejar pagando, a esos tres titiriteros,
suerte, tiempo y destino...escuditos de tus peros,
anudarè tus besos, al capricho de mis labios
le volarè los sesos, a cualquiera de tus sabios...
Que me digan que no...
Que me digan que no...
Que me digan que no...
Que me digan que no.
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-Aunque te esfuerces tanto, que se gasten las excusas,
excusas del mañana, que se olvidan que hoy es hoy.
Aunque te excuses tanto, que se gasten los esfuerzos,
y el desgano venza y me tiente gritar ¡me voy!

-Aunque cruces el puente de las deseosas miradas,
mirando hacia el frente, y suponiendo que ya no.
Aunque el atràs no cuente y las hojas queden tiradas,
inventando finales en otro libro lejano.

-Aunque des por sentado que venciste mi querer,
querer de dos suspiros, y uno al centro de tu ser.
Aunque hayas resigando, el tener por el valer,
valor que no posees y prefieras perecer.

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Voy a dejar pagando, a esos tres titiriteros,
suerte, tiempo y destino...escuditos de tus peros,
anudarè tus besos, al capricho de mis labios
le volarè los sesos, a cualquiera de tus sabios...
Que me digan que no...
Que me digan que no...
Que me digan que no...
Que me digan que no. (x2)
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Cantarte al oido y que se cierren los ojos. Que la respiración sea una combinación de sonidos perfectamente sincronizados. Abarcarlo todo, en los besos que vamos dando. Los cuerpos fundiendose desnudos en un abrazo que desviste, hasta sentir que la piel ya no es piel, sino ganas. Que las ganas ya no sean fantasías y trofeos, medallas de lo que no.

Escuchar las miradas, cantando el silencio. Bebernos los miedos, callarnos las dudas. Anclarme en tu boca y dejar que los ojos digan, lo que no es necesario hablar. Dibujar tu figura entre el tacto y la memoria, rendirle homenaje y besarla hasta que se destiña en soledad.

Morder el deshielo que se abre en tu pecho. Saborear el agridulce de nuestro desencuentro hecho encuentro.
Absorver los aromas que nos devuelvan a este ensueño, en las noches desveladas de pasado mañana. Pasar el mañana, volviendo hasta ayer. Saber que en tus labios, siempre estará escrito, el camino que los traiga hasta los mios. Sonreir intencionado. Sonreir a sabiendas, de que a la vuelta siempre recordarás la mano que te acarició. La mano que tararea tus gemidos. La mano que te transpira, y que te espera, en el canto que te regalé.




Me lo decías* hace una semana y no perdía una vida. Me quedan 4. Y no sabés como duele la vida que se píerde sin ser vivida.
¿Pero una vida sin amor, acaso es
vida?

¿Entonces? ¿La única posibilidad será desangrarnos en el acto amatorio?

Morir en la plenitud, para nunca caer en el ostracismo y la soledad.

Una soledad que solo es soledad, por contraposición a la inmensidad de la conjunción conocida. Una soledad que es más suya que mía, soy solo porque te tuve.

¿O soy solo porque me seguís teniendo, pero sin ejercer tu dominación?

No recomiendo la sobredosis. Pero la anemica concepción de una vida individualista, en pos de la autoconservación y el detrimento de la potencial oportunidad de sentirnos realizados y perpetrados en esa unión; lastima mis ganas de no morir.

No morir por cobardía, es peor que no ser valiente. Es aceptar que uno no está viviendo. Simplemente estar no muriendo, que conlleva cosas semejantes, pero se distancia en sustancialidad e intensidad.

La vida es un inexorable camino hacia la muerte, y duele terminar antes que después, por desamor. Pero el amor, así de cursi, es el único plano en el cual podemos morir y renacer un sinfin de veces dentro de una misma existencia. Por eso gusta, por eso asusta.

*Respuesta a Blue, por este"foto-post".




Tus ojos a dos centimetros de los mìos. La distancia corta que nos permite agigantar la percepciòn. Leer en nuestras pupilas, las escoriaciones de un pasado presente. Adivinar en los parpados hinchados, las làgrimas que supimos derramar. Que supimos ocultarnos. Que no nos pertenecieron.

Las memorias que se deshacen. Los sonidos que reconocemos, aùn en sus nuevos tonos. El mensaje que decodificamos, al entender nuestro lenguaje silencioso. Nuestras charlas sin palabras. Sin rencores. Sin suplicios, ni explicaciones. Los significados que se hacen carne, cuando sorbemos nuevamente, las emociones mutiladas. Congeladas. Desterradas.

Mi Yo màs superhèroe, promete almacenar las derrotas. Te cubre de promesas, te llora las viejas quimeras y desanda un sinfin de posibilidades inciertas.

Mi Yo màs racional, se cubre de tensiones. De las que paralizan, y de las que movilizan. Se teje el desenlace de una paradoja de temores e inseguridades. De cicatrices que no se lloran. De la valentìa estoica que me brota al sentirte una vez màs, anudada a mi pecho. Refugio al que vuelves cìclicamente. Refugio que no puedo negarte. Refugio que no quiero negarte. Refugio que no sabrìa negarte.

La conjunciòn final, tuerce y retuerce a las dudas. Un Yo que no puede, ni quiere, ni sabe alejarse. Un Yo que no es kamikaze, pero no repara en esfuerzos. Un Yo que te ofrezco, pero ya no gratuitamente. Un Yo que da sin lìmites, que no pide recompensas rimbombantes, ni honores en repartija. Tan solo, y por no desaparecer, un Yo que pide lo completes. Un Yo que se olvida del olvido, y que no llora las viejas heridas. Que asume las nuevas derrotas como propias, solo si prometès cuidarlo. Un Yo que no muriò, un Yo que siempre logràs recuperar. Un Yo que fuiste Vos, un Yo que va a estar. Un Yo que no va a ser Vos, pero que ansìa ser Nosotros.