Hoy es uno de esos días. Ridículos e involutivos, en los que me vuelvo menos. En los que me descompongo, Mi Vida. Un poco en forma introspectiva y analítica. Otro poco para recomponerme en forma más adecuada. Quizás no sean tan involutivos después de todo. Sería más correcto llamarlos revolutivos. Hasta evolutivos si se observa una re organización en forma más útil, más eficiente. En fin.

Es uno de esos días, en los que me enamoro estúpidamente, de forma inocente. Casi infantil. En los que tus ojos son más que la forma en que no me miras. En los que respirar es un tibio mecanismo autómata, y tiene como única finalidad, alargar mi estadía junto a tus deseos. Donde no tienen lugar la desdicha, o el olvido. Donde solo se olvida a la desdicha. Y solo el Olvido es desdichado.

Dónde tan solo tu sonrisa, basta para llenarme. Y tu aliento, es mi único alimento. Un día en un mundo, y el mundo en un día. En el que solo necesito acariciar tu pelo, tu cara, tu cuerpo. Y sabés qué?
No es bueno eso. NO, no lo es. Porque no tengo tu pelo, no tengo tu cara y no tengo tu cuerpo. No hay aliento, no sonrisa, y no respiro. Solo el olvido, que pelea con mi infantil y estúpido amor, por sumergirme en la desdicha.

Un beso sin labios...un tiempo a destiempo que solo me indica el margen de la resignación, o la espera.
Una imagen en mi cabeza, un latido en mi plegaria....y yo solo quería caminar a tu lado.
Tomar tu mano suavemente, y dejarme llevar a ningún lugar.




Haciendo uso de la, tan mentada, libertad. Ejerciendo un acto de democracia(?) y libre albedrío, postulo(?):

Yo no lo defiendo por su política, o las acciones ejercidas durante sus mandatos y ocupación de función pública alguna. No me identifico particularmente con su sorna y su estilo simil frontal. Y por sobre todas las cosas, no comparto gran parte de su ideología. Pero, así y todo, no puedo dejar de sentirme asqueado por la fantochada de juicio al que se ve sometido. Siempre borrando con el codo, lo que la mano escribe. Argentina te hundís, si procesás a uno, por una forma de gobernar en conjunto. Una forma de ser del argentino en general, la "vista gorda", la avivada. La aplaudimos y la defenestramos, pero es parte nuestra. Y juzgar al suspendido jefe de gobierno, por una mafia que lo antecede, excede y precede, es de cuarta. Una vez más.

Los "familiares" sabrán disculpar, que no concuerde con su cegada necesidad de cortar cabezas. Y no hablo por lejanía precisamente.

Al que concuerde :

Firme Acá

El que no, me parecería interesante, que no se ofenda por mi postura. Salut




Las gotas cayendo en el techo de zinc, redoblando la apuesta. Paga cuatro a uno.
Los que màs, que no tolerarè otro desvarìo. Los que menos, que aùn ven en mi, al potencial salvador.
Si me salvo, los salvo. Diràn que soy de todos, de ninguno, ni de mi. Si me hundo, me hundo yo, mas mìo que mi propio ego mutilado.

Tic...tic...tic. La paranoìa de escuchar a los segundos. El ritmo que marcan las gotas de mis no làgrimas. De la sangre o de la pùs. Una indescifrable mezcla, que supura por una pequeña endija en el cielo razzo. La humedad, compañera de vida, de mi reumàtico orgullo caprichoso. Las marcas del uso, que se acentùan con el transcurrir del desuso posterior.

Tanto pedir a la vida. Tanto rezarle al azar. Suplicar al destino. Creer en dioses, en ritos paganos, o en brujas. Hasta en aforismos. Todo por amor.
Todo por, la falsa excusa, del amor. Del miedo. De la paràlisis , macabra y certera. La que acosa con ponzoña. La que guia los desvìos. O peor, la que no permite desviarse siquiera. Tan solo estancarse, replegarse y, al fin, abandonarse al deshielo de los oleajes ilusorios, de tus falaces decisiones.

Vivir inerte, morir en vida.
Decìa que morìa el dìa que te perdì. El dìa que soñè tu existencia.
Pero nunca vivì, si dejè que te fueras. Si me dejè olvidar. Si nunca existì.




Los ojos pardos, sagaces. Fugaces. La dama de blanco, el alma y el vientre. Las palmas de cobre, maliciosas, codiciosas. Expectantes. Danzantes y escurridizas, se escapan, me atrapan. Me llevan. Me traen. Me dejan.

Los ojos en guerra, desafinando. La melodìa del cuerpo, el deseo de la mediocridad. Salirme de ella. Llevarte conmigo. No comas de mi mano, no las sobras, ni las migajas. Comete la mano, tomame completo.

Los ojos ardiendo, casi felinos. Penetrando el impermeable desasociego, de mi candente celebraciòn. Me arañan, me ajan. Lastiman la piel. Dejando en carne viva, el ser de mi mismo, que solo sabe ser, cuando es para artefacto de tus andares y displaceres. De los caprichos màs urgentes, de las mentiras màs piadosas. Y de las otras tambièn.

Los ojos de nadie, tan mìos. O tuyos? No sabe ser de uno, lo que no se sabe tomar. Tomo por arrebato, arrebato por insolente. Inconsistente, incontinente, la impertinencia y la sabidurìa. La victoria de poseerte, solo cuando te des por vencida. Cuando el ritmo, sea nulo. El tiempo, muerto. El infinito, real, la calle de piedra, y la carne, ya no sea de divàn. Solo ahì te besarè los miedos, las ganas y las sonrisas. Los sacarè despacio, te desvestirè en suspiros, o en esbozos de intenciòn. Me sentarè a la mesa, mirarè la presa. Afilarè el colmillo y serè el plato principal de tu ùltima cena.