En un arrebato inesperado, su conciencia lo maniató inescrupulosamente. ¿El tipo?, desfachatado, sinverguenza, de esos fracasados simpaticones. ¿Sabés de cuales hablo?, los porteñazos de siempre, los bocones, los sabetutti a los que nunca les sale una. Esos villanos antiheroes de los dibujos animados o alguna tira cómica de las de antes. Un Pierre Nodoyuna, malo pero "hasta ahí", con una maldad limitada, que a su izquierda choca con la ética y a la derecha lo coerciona la mala suerte. Recibido de doctor en la universidad de la calle, conocido por todos y por nadie, como Menéndez.

Bueno, decía entonces que le dio un ataque de hacer lo correcto, y esto no debiera ser algo fuera de lo normal. Salvo que...siempre hay peros, y acá el pero espera, pero desespera y resurge, y ahí es cuando no hace pausa y la salvedad se hace presente.
En que estaba? Ah sisi...Justo cuando parecía que por fin su vida iba a darle una experiencia para contarle orgulloso a sus nietos, le sobreviene el enanito angelical en el oido izquierdo. Con su vocecita de madre/padre, tutor o encargado, voz hinchapelotas si las hay, decía así: - No robarás -(Era un enano a desgano, con salario mínimo y pocas expectativas de ascenso, ergo, minimizaba esfuerzos y saliva. Como si fuera poca tamaña insatisfacción, su Dios era escueto de vocabuario y "corto" al escribir los textos).

El doc se trenzó en tremenda discusión con el petizo asalariado, y entre otras cosas le dijo así al pasar:

-Vos no sos quien para decirme que hacer!, que no robe, que no la mujer de Prójimo, que no a la codicia, ni a la gula, que esto que lo otro...hay que hacer algo divertido de vez en cuando che!

-Podés, otras cosas.

-Cuales? Rezar, ser buen sanmartiniano, y qué más?

-No me pagan para eso.

-No te pagan, aunque arriba diga que cobrás mal.

-Sé buenito y no te llevé esa rueda de auxilio que no te pertenece.

-Pero acaso el tiene comprobante de pago? Eh!?

-Yo soy pacífico, no pieso contestar con violencia o vehemencia.

-Dice allá arriba que tenés poco desasnante, así que no te hagás el logi y coratala con las palabras de difícil entendimiento y/o comprensión. Hago lo que quiero esa goma es mía. Casi casi mía, está loca por mi, y por eso ella es mía.

-Sergio Dalmata, frenate ahí!, te reconocí al toque. No me hagas golpetearte los pómulos eh!

-Que me decís perro? Soy el Dr Menéndez, violador de profesión, ladrón de joyas por elección, carterista aficionado y cerrajero retirado - dijo lanzándole terrible piñón certero al gula gula.

Idescriptible es lo que continuó a continuación, pero voy a describirlo. Golpes, mordidas, pellizcones, cosquillas, caricias y al final un divorio violento. El ataque de la enana e invertebrava conciencia, terminó con los anhelos de ladrón de Menéndez. Pero una batalla, no era la guerra completa, ni un diente perdido, una dentadura postiza. Sabrán ustedes que un perdedor, es crónico y no no se hace por tan solo un pifie. Es por eso que pronto lo intentaría de nuevo. Y una y otra vez. Cíclicamente. De ciclos.

Cuanto más perdía, mayor su deseo de triunfar en el tremendo mundo del pobre tipo. Como la vez que quiso estafar un local de comidas rápidas llevándose dos sachets de katsup de arriba. O aquella vez que en el periplo de violar una bolsa hermética, terminó atrapado y al borde de la asfixia. Y son solo unos escasos ejemplos de su escasa fortuna, que seguirá dando que hablar en este espacio reducido, denominado desde ahora y en más: Los infortunios del Pseudoctor Menéndez