Puprpura y anaranjado, como el estallido del sol que se ofende y se va. Trac traca trac traca trac, un engranaje tras otro, siguen el mecánico peregrinaje hacia su razón de ser. Se suceden los segundos,los minutos, las horas y esos días que se agrupan y amontonan en una hojita de papel. Un calendario amenazante, resultante de infructuoso trascurrir. Sufre el que se deja oprimir. Goza el que lleva la delantera. Está por delante de sus días, por delante de sus años.

La muerte como irremediable final, como conclusión de una etapa, quizás la única que nos es conocida. E aquí radica nuestro temor, el temor que acecha a cada vivo que muere con solo pensarlo. La angustia de la inconclusión. La no continuidad de la vida, no legar nuestro existir en un hijo, no terminar ese libro o quedar en el tintero aquellas letras que la pluma mojada se aprestaba a diagramar.

Yo no quiero temerle. No quiero snetirla, ni vivirla antes de muerto. Decía un ruso añejo: "...donde está la muerte no estoy yo, donde estoy yo, no está la muerte...". Decía un filósofo alemán que entre la vida es un chispazo entre dos grandes períodos de oscuridad, el antes de nacer y el después de morir. Por qué temerle tanto a uno y no prestar atención al otro. Mi única solución es hacer hoy todo lo que tenga que ser hecho, no guardar ases bajo la manga. Noe sperar "mejores" oportunidades, no excusarme y arrepentirme, hacer hoy, hacer ya, no dejar nada sin hacer, sin decir...por temor.

Si me estoy enamorando de vos, vas a saberlo en este mismo momento...