Para mañana quedará el final de una historia que ya está lista, pido que disculpen los que estén ansiosos, prometo dejarla posteada antes de viajar a Brasil el Martes, de mientras pueden releer hasta el capítulo 4 con la corrección de JU. Pero debo, aún queriendo no tener que hacerlo, mencionar un hecho que modificó a todos y cada uno de nosostros los argentinos.
 
Una mañana fría como la de hoy, hace ya 10 años, me levanté de la cama feliz, no tenía clases y disfrutaba plenamente de mis infantes y hermosas vacaciones de invierno. Me sorprendió ver a mi vieja en casa, me asomé a ella, a la televisión y me encontré con el miedo. La nube negra aún no se disipaba, las lágrimas, los gritos, la desesperación y el descocierto.  Mis ojos de chico no preparados para  las miserias políticas, religiosas o ideológicas del ser humano, lloraron rios temblorosos. Surcaron mis mejillas gotas condensadas de miedo, dolor, espanto y un sin fin de cosas que no comprendía. Judío por herencia, aún sin importarme ésto, argentino pro naturaleza y solidario por elección.
Mi madre temblaba y me contaba la historia, el negocio familiar, situo a escasas cuadras de la AMIA era el destino de su vieje matinal, iba en un taxi, con Jr mi hermano menor. Todos los días a las 9 hs 53 minutos, pasaba por esa puerta que voló y se deshizo. Ese día el mocoso o no se que circunstancias la demoraron, le salvaron la vida.  La radio devolvía informaciones inciertas, pero el acceso era imposible, la vuelta fue rápida  en silencio, una vez en casa habló con mi viejo que le contaba como le había temblado todo el local. El miedo había pasado, el miedo había comenzado. 
 
Todos tenemos alguan historia por contar, por mínima o lejana, por escuchada o vivida, por lo que sea. Esta es la que elegí hoy, para recordar que han pasado 10 años y aún la incertidumbre y el miedo no se han retirado, para que desde mi pequeño lugar, todo aquel que se asome, encuentre un lugar para reflexionar. Ni por judío, ni por católico,  ni musulmán ni evangélico, no por testigo de jehová, no por budista o adventista del 7° día; este atentado fue un porque sí!, una explosión sin sentido que provocó un agujero en la sociedad argentina. Merecemos respeto, verdad, justicia, memoria, merecemos nosotros y se lo debemos a ellos, que murieron cuando no deberían haber muerto. 
 
Nada más amigos, sólo un grito sórdido que debe ser oido, el pedido de justicia, la súplica de seguridad y la concientización masiva! Por un nuevo año de la voladura de la mutual Judía.
AMIA (Argentinos Muertos Injustamente Asesinados)
 
Abrazo
Toro