Lo vi parado en la esquina. Me acerqué para conversar, pero no sabía que decirle. La barba delataba unos días sin afeitar, quizá semana. El aspecto harapiento denotaba, días de planeada dejadez. Era una dejadez pulcra, hecha a medida, a propósito. La manga derecha de su saco a rayas, tenía un tajo justo debajo del antebrazo. En el codo una aureola amarillenta, igual a la que deja el café en una servilleta rugosa de blanco papel. La camisa abrochada a medias, dejaba ver un vello grisáceo que le poblaba el surco entre sus pectorales trabajados. Tenia un bronceado amarronado, de esos que sólo se obtienen tras unas vacaciones de caribe o una playa lejana.
Era un símbolo de rebeldía, más bien un marketinero producto de venta. Estaba todo bien dispuesto y en su lugar. Cada parte de su disfraz de trapos viejos, que no eran más que prendas de alto diseño, destrozadas para la ocasión. Tuve la sensación de estar en una puesta en escena. Esa cara curtida, ajada por el paso del tiempo, y sin embargo juvenil. Miré sus manos, y reconocí esa textura que sobresalía, haciendose visible a los ojos. Debajo del pelo sobresalía una cicatriz brillosa, rosada, pero de un rosado intenso. Me sobresalté, comencé a sudar y mi respiración se hizo audible. Se entrecruzó con la del hombre aquel, nos miramos a los ojos profundos, penetramos la brecha generacional. Toque levemente mi cicatriz en la frente, y miré nuevamnete el espejo del baño. Allí estaba mi futuro al alcance de la mano...y así y todo no podíamos hablarnos. No contestaba mis preguntas, se diluía en ese mar de reflejos eternos. Quería sacarme mil dudas, quería encontrar mil respuestas, y sin embargo no tuve medios. Arañé esa imagen con desesperación, le pedí explicaciones. Pero él, nada, se volteó, y hecho a correr por el anden de esa vía llamada tiempo. Sentí que crecía la distancia y busqué la forma de perseguirlo, pero no hubo caso. No valía la pena perseguir ese futuro incomprensible, debería conformarme con verlo desaparecer a lo lejos. Con recordar esa imagen, para saber hacia donde quería llegar.
El presente es sólo eso, consecuencia de lo que hice en el pasado, causa de lo que se verá en el futuro.
Haré todo lo posible en el presente para que mi refejo pueda ser fielmente reroducido con el paso del tiempo.

Post dedicado a mi Tía ROMU...no busques el futuro, pero moldealo y tomate la estrella del Norte!