No!!!-No podemos permitirlo, un chancho simepre será un chancho y en el fondo querrá revolcarse en el lodo, porque así es como concibe su existencia.
Todos en el establo quedaron atontados por el sonido metálico de la voz de aquel sabio caballo, no comprendían exactamente a que se refería con esas palabras, pero respetaban al animal que siempre los guíaba con sus ejemplos.
Quizás nunca sabrían el significado de esa frase, o jamás podrían resolver los dilemas que se les presentaban, sin embargo comenzaron a darse cuenta de que algunas cosas cobraban sentido y razón al ser planteadas con esa filosofía. El cambio no estaba a su alcance y tampoco sabían a ciencia cierta si era lo que pretendían, aún cuando su condición los apenara y los llenará de incertidumbre. Probaron muchas cosas, hicieron esfuerzos nunca imaginados, y finalmente solo vieron que el chancho seguía siendo chancho y que no importaba cuanto se esforzarán por demostrarle cuanto mejor era estar limpio y oliendo a brisa de campo, éste siempre prefirió su lodo mugriento y hediondo.
Un día la vaca de manchas marrones creyó haber entendido todo y ubicó a cada animal en su sitio, citó a cada uno y todos juntos se amontonaron para oirla. No creían que realmente tuviera sentido aquello, pero en algún punto necesitaban que alguien les dijera que si, que habia una forma de cambiarlo todo, que todo era posible, que la posibilidad de progreso, mutación o variación era posible. No quisieron escuchar lo que oyeron, mientras oían. No soportaron las respuestas que siempre habían sabido saber, ni pudieron enfrentar el dolor del estático futuro...
Y una vez terminada la exposición, las opiniones divergieron y hubo un momento de gran confusión en el que todos creyeron tener la razón y ser dueños de una verdad absolutamnete relativa.
Pasado el tiempo, y con más vivencias que lo demostraban debieron conformarse con lo que a simple vista era real. El chancho seguía prefiriendo el lodo, pero los burros habían progresado en su intento de aprender algo, y las hienas egoistas y traicioneras habían podido modificar su reprobada actitud. Unieronse las hienas con las gallinas, convivieron fraternalmente y todos sorprendidos vitoreaban felices el comienzo de una nueva era de cambios posibles. Pero un día la vaca tuvo razón, y las hienas acabaron con todo el pollo que hubiera a su alrededor.
Destrozados los otros animales, compungidos y sin entender, salieron despavoridos y huyeron al monte donde se refugiaron para siempre. Una vez allí habló el caballo y escuchó la vaca, y habló la vaca y escuchó le resto, y todos dijeron haber aprendido la lección...y nunca más nadie intento modificar a un ser, pretendiendo que este fuera moldeable según sus exigencias...
Los seres traen en su sangre y en su ser, las naturalezas que los regulan, y aún mejorables o perfeccionables, aún momentaneamente reformables, son inutilmente manipuladas...siempre volverán a su posición inicial.
Todos en el establo quedaron atontados por el sonido metálico de la voz de aquel sabio caballo, no comprendían exactamente a que se refería con esas palabras, pero respetaban al animal que siempre los guíaba con sus ejemplos.
Quizás nunca sabrían el significado de esa frase, o jamás podrían resolver los dilemas que se les presentaban, sin embargo comenzaron a darse cuenta de que algunas cosas cobraban sentido y razón al ser planteadas con esa filosofía. El cambio no estaba a su alcance y tampoco sabían a ciencia cierta si era lo que pretendían, aún cuando su condición los apenara y los llenará de incertidumbre. Probaron muchas cosas, hicieron esfuerzos nunca imaginados, y finalmente solo vieron que el chancho seguía siendo chancho y que no importaba cuanto se esforzarán por demostrarle cuanto mejor era estar limpio y oliendo a brisa de campo, éste siempre prefirió su lodo mugriento y hediondo.
Un día la vaca de manchas marrones creyó haber entendido todo y ubicó a cada animal en su sitio, citó a cada uno y todos juntos se amontonaron para oirla. No creían que realmente tuviera sentido aquello, pero en algún punto necesitaban que alguien les dijera que si, que habia una forma de cambiarlo todo, que todo era posible, que la posibilidad de progreso, mutación o variación era posible. No quisieron escuchar lo que oyeron, mientras oían. No soportaron las respuestas que siempre habían sabido saber, ni pudieron enfrentar el dolor del estático futuro...
Y una vez terminada la exposición, las opiniones divergieron y hubo un momento de gran confusión en el que todos creyeron tener la razón y ser dueños de una verdad absolutamnete relativa.
Pasado el tiempo, y con más vivencias que lo demostraban debieron conformarse con lo que a simple vista era real. El chancho seguía prefiriendo el lodo, pero los burros habían progresado en su intento de aprender algo, y las hienas egoistas y traicioneras habían podido modificar su reprobada actitud. Unieronse las hienas con las gallinas, convivieron fraternalmente y todos sorprendidos vitoreaban felices el comienzo de una nueva era de cambios posibles. Pero un día la vaca tuvo razón, y las hienas acabaron con todo el pollo que hubiera a su alrededor.
Destrozados los otros animales, compungidos y sin entender, salieron despavoridos y huyeron al monte donde se refugiaron para siempre. Una vez allí habló el caballo y escuchó la vaca, y habló la vaca y escuchó le resto, y todos dijeron haber aprendido la lección...y nunca más nadie intento modificar a un ser, pretendiendo que este fuera moldeable según sus exigencias...
Los seres traen en su sangre y en su ser, las naturalezas que los regulan, y aún mejorables o perfeccionables, aún momentaneamente reformables, son inutilmente manipuladas...siempre volverán a su posición inicial.