Cuando los ojos empiecen a cerrarse y vuelvas a mi pecho por última vez.
Cuando los labios no busquen más bocas que la que los sabe morder sin dolor.
Cuando las dos horas que hoy tenemos, sean los dos siglos que buscamos ayer.
Cuando me pidas que no explique y yo entienda sin explicar.
Cuando se arquee tu espalada y me acerque los pezones lejanos y suplicantes.
Cuando mi mano tome la tuya y le obligue a callar lo que no podamos prometernos.
Cuando los ojos se abran y vean el final de un principio que empieza cuando termine lo terminal.
Cuando me digas adios y yo no te oiga, porque juntos prometimos no poner fechas ni condiciones.

Cuando muerdas el olvido y te sepa a desgano...solo espera que pase la angustia. El recuerdo, como el buen vino, es un objeto con vida propia. Y al pasar el tiempo, cobra el sentido justo, y la valoración que realmente amerita.
Pero hoy, no busques nada. No pienses nada. No digas nada. Hoy dejemos que esta última imagen se fije.
Mañana hablamos.