Cuando era soñador, me sumiste en el infierno de las pesadillas.
Pesadillas que a la postre, devinieron en insomnio.

Un insomnio que hizo huella, y entre muecas se hizo polvo.
Que generò de sus oscuras entrañas, la luminaria salida hacia el sueño apacible.

Un sueño apacible, que engendraba fantasìas onìricas, para devolver al soñador soñado.
Un soñador soñado, que sueña que quien lo sueñe, sepa despertar a tiempo.

Y te despertàs agitada. Y me llamàs en penumbras, para que acaricie tu ayer, con caricias de pasado mañana.

Paradojas de un tiempo sin tiempo, de historias nuevas, de pasados viejos o de un presente que no sabe como avanzar hacia adelante, porque siempre estàs vos dos pasos despuès.

La ironìa se atraganta, cuando es tu pesadilla, la que resucita mis miedos, y me deja soñando de dìa, con las noches que olvidamos.
Noches que pasaron, noches que se fueron. Noches que dìas, noches que vendràn.