Con los deseos a flor de piel, con la ansiedad cracterística de su ser. Plasmando en palabras un sinfin de proyecciones suscitados en su mente dia tras dia, año tras año. Conforme a su indefinible vocación de cantautor anti económico, aferrandose en penumbras a la copa de whisky. Llenando de calor a su garganta, humedeciendo los labios y los sueños. Ahogando en el alcohol a sus miedos, embebiendolos en el licor valiente de esa falaz seguridad. El aire penetra de adentro hacia fuera, se exalan los restos de una tímida personalidad, y surgen violentos y dulces, los tonos cantados de una poesía escrita en tinta china

Dura poco lo que se eterniza en la memoria. Dama indomable de curvas sinuosas y escondidos recovecos, que poseen en ellos los ahoras de otros tiempos. Fotografías y películas de un guion conocido y actores que se transforman con el paso de los años, y sin embargo permanecen intactos en ella. Situaciones desvividas de personas que ya no son, ni serán, de ideas que perduran, y acciones que son causa de nuestro yo más reciente. Por eso es bobo y corto el arrepentimiento. De que sirve mantenerlo en el tiempo, si no es más que producto de un antes que se fue, y puede generar un después no deseado,ni recomendable?

Mutilar la culpa que hostiga a nuestro libre decidir, es regla indsipensable para crecer. Desatar las ataduras ilegibles de un contrato ya vencido. Anexar cláusulas que nos resguarden del miedo al fracaso. No por justificar futuras indecisiones, sino por apoyarnos en una base, en la cual se asiente nuestro valor y nuestra desfachatada y lujuriosa persecución del yo feliz y satisfecho. Si es el deseo el que nos motiva y hace seres dinámicos en permanente búsqueda, entonces no lo sujetemos a palabras opresoras. Erradiquemos del diccionario popular terminos compuestos tales como "deseo prohibido", "errores pasados" y "futuro asegurado". Clavemos la bandera de la fantasía que nos mueva a buscar lo que siempre debimos perseguir, nuestro propio anhelo.

La cursilñería se hace carne y las frases trilladas no están de más, cuando lo que se pone en juego es el sentido de la vida. Un sentido que solo cobra realismo cuando lo define uno mismo en cada idea, sueño, accion, deseo, fracaso o frustración. Un sentido de innumerables manos, de indefiible dirección. Encontremos ese sentido, compendio de deseos realizados y a realizar. De forma tal que al llegar la inhalación final, exhalemos el aire más caliente que jamás hayamos podido exhalar. Cargado del calor que solo puede haber dentro de quien se siente completo y vivido, satisfecho y en paz.