Respirando las eximias sobras de un aire gelido y poluto, me sumerjo en el sublime vaho de poser y ser poseido.
Queriendo entender el porque de mis dudas, que deberian haberse disipado con las migajas atornilladas del purificador y distante vacio.

Ya nadie respeta el silencio de las hojas quemadas en la hoguera del orgullo humillado con antelacion. Nadie las revisa ni las recuerda, todos piensan que lo que ha sido preedido por el hastio ha de morir en la humareda de la indiferencia, mas no saben apreciar la cicatriz y la marca que perduran tras el destierro.

Esas pequeñas cicatrices convexas, inconexas y subversivas. Rompedoras del orden que ha sabido apaciguar el dolor que nos habia quemado en vida. Y entonces resurgen, emergentes vertietes de un pasado-presente, que se mezcla con un paraje ditinto que estabamos procreando o queriendo querer procrear. Y en ese instante se espesa la vida. Se nublan las lineas temporales de vas alternas y la mutilacion irracional e la percepion del tiempo se vuelve ilogica e imposible de dominar. La lucha por sorber nuestra propia vida, se hara impotente, y sera el propio y entremezclado reloj de arenas movedizas el que decida, cuando y donde habremos de bajar a amar.