Si en la nostalgia de un papel mojado, ves doblarse los caminos, que trazamos al separarnos; y se reflejan en las lágrimas de sangre...

Si cada grito es un silencio que remarca los aullidos, insonoros e indoloros, del eco vacío y ahuecado, en el que se reitera nuestro adios...

Si se dobla en la mirada, el desafío tácito de olvidarnos, y perece así el amor, que bloqueamos o deshicimos; o creimos haber deshecho...

Si el daño más insalubre, es mutilar nuestros sentimientos, y pensando en que la razón domine nuestras pulsiones, lo hacemos sin importar, que la vida se nos acorte...

Si sometemos nuestra historia a las resecas páginas del diario calendario, en blancos y negros tintes, que manipulen el recuerdo hasta volverlo irreal...

Si dejamos a la suerte, peregrina y poco sabia, desatar lazos fértiles que pudimos o supimos crear, en vez de matar al azar, avasallando el timón de mi barca y dirigiéndola sin control, pero premeditadamente, a la bahía de tus mañanas...

Si por un pasado segundo y un venidero minuto, pulimos el centenar de miedos de alcohol y exprimimos y oprimimos, la sangría del valor oculto y las ganas de jugar, a perder o ganar; solo habiendo jugado...

Si entonces me queres, pero quisieras no quererme, queriendo poder hacerlo, haciendo las veces de parca y de muerte; sabindote viva y quemando por dentro, en la hoguera y el vientre, al sublime deseo y matando así mis ganas de amarte y poseerte...

Si aún después de este llanto, que entre risas descompong, hilvanando los retazos de tu mascara indiferente. Si aún después, te decía, no se deshace la actriz, y me clava la raiz de la pasión más evidente, que no sea yo el autor y no describa más mi mente; esa imagen elocuente en la que vos sos el beso, y el beso es para siempre...