No!!!-No podemos permitirlo, un chancho simepre será un chancho y en el fondo querrá revolcarse en el lodo, porque así es como concibe su existencia.
Todos en el establo quedaron atontados por el sonido metálico de la voz de aquel sabio caballo, no comprendían exactamente a que se refería con esas palabras, pero respetaban al animal que siempre los guíaba con sus ejemplos.
Quizás nunca sabrían el significado de esa frase, o jamás podrían resolver los dilemas que se les presentaban, sin embargo comenzaron a darse cuenta de que algunas cosas cobraban sentido y razón al ser planteadas con esa filosofía. El cambio no estaba a su alcance y tampoco sabían a ciencia cierta si era lo que pretendían, aún cuando su condición los apenara y los llenará de incertidumbre. Probaron muchas cosas, hicieron esfuerzos nunca imaginados, y finalmente solo vieron que el chancho seguía siendo chancho y que no importaba cuanto se esforzarán por demostrarle cuanto mejor era estar limpio y oliendo a brisa de campo, éste siempre prefirió su lodo mugriento y hediondo.
Un día la vaca de manchas marrones creyó haber entendido todo y ubicó a cada animal en su sitio, citó a cada uno y todos juntos se amontonaron para oirla. No creían que realmente tuviera sentido aquello, pero en algún punto necesitaban que alguien les dijera que si, que habia una forma de cambiarlo todo, que todo era posible, que la posibilidad de progreso, mutación o variación era posible. No quisieron escuchar lo que oyeron, mientras oían. No soportaron las respuestas que siempre habían sabido saber, ni pudieron enfrentar el dolor del estático futuro...
Y una vez terminada la exposición, las opiniones divergieron y hubo un momento de gran confusión en el que todos creyeron tener la razón y ser dueños de una verdad absolutamnete relativa.
Pasado el tiempo, y con más vivencias que lo demostraban debieron conformarse con lo que a simple vista era real. El chancho seguía prefiriendo el lodo, pero los burros habían progresado en su intento de aprender algo, y las hienas egoistas y traicioneras habían podido modificar su reprobada actitud. Unieronse las hienas con las gallinas, convivieron fraternalmente y todos sorprendidos vitoreaban felices el comienzo de una nueva era de cambios posibles. Pero un día la vaca tuvo razón, y las hienas acabaron con todo el pollo que hubiera a su alrededor.
Destrozados los otros animales, compungidos y sin entender, salieron despavoridos y huyeron al monte donde se refugiaron para siempre. Una vez allí habló el caballo y escuchó la vaca, y habló la vaca y escuchó le resto, y todos dijeron haber aprendido la lección...y nunca más nadie intento modificar a un ser, pretendiendo que este fuera moldeable según sus exigencias...
Los seres traen en su sangre y en su ser, las naturalezas que los regulan, y aún mejorables o perfeccionables, aún momentaneamente reformables, son inutilmente manipuladas...siempre volverán a su posición inicial.




Siguiendo la corriente de post dedicados que pude observar por ahi, hago lo propio con un chaval que tuvo la mala? suerte de ser dejado reiteradas veces, sufriendo y no disfrutando de lo que el vivía con enorme felicidad.
Amores, desamores y otras yerbas hemos experimentado la mayoría de los seres humanos y si bien no tengo un consejo sabio, ni vivencias transmitibles, sólo concedo mi apoyo y una canción de Ismael Serrano, para Chris, y para todos los que sufrieron el olvido obligado.

Instrucciones para salvar el odio eternamente

Si ella se va no la perdones
si te deja cultiva bien tu odio
nunca seas generoso en olvido si ella se va.
Si te deja no digas "adios"
o "que vamos a hacerle"
no pidas perdon.
No repases vuestras fotos
y mirandole a los ojos
regalale eterno tu odio.

Si ella se va no trates nunca de entenderla
maldice sus pasos
nunca creas sus despedidas, sus promesas, su explicacion.
Y provoca llanto y dolor
que queme su conciencia como el sol
que el adios le corte como una cuchilla
no te confundas: ella es la asesina.

Porque cuando ella se va
alguien la esperara en la esquina
en otros brazos reira con otras mentiras
dira "te amo", "cuanto tiempo te he estado esperando".
Y te olvidara, todo habra muerto
y aquel otoño nunca habra sido vuestro
¿Para que mentir? que ella se lleve aunque dure poco
tu odio para siempre.






Lugar: Rio de Janeiro
Locación Exacta: Hotel, 10° piso, Barra de Tijuca.
Hora y Fecha: Domingo 24 de Julio, 8 de la mañana.
Sensación: Indscriptible, siento que he descubierto el sentido de la vida.

Brisa primaveral agrieta el rostro, surcan mi tez los pocos rayos que el sol me brinda. Los ojos, achinados, por el amenazante día que se cuela tras el apagón de una Luna perfecta.
Los oidos captan el sollozo de las olas que se despiden de la orilla, sienten crujir al mar en el abrazo tierno con la costa.
El aire salado, solo enviciado por el humo de un cigarro que me abrasa el interior. Las brasas de mi persona se juntan formando imágenes internas, irreproducibles, inimaginables. La líbido aumeta considerablemente, la creveza sigue su curso y pasa de mi boca a la sangre en breves segundos, sumergiéndome en un ensueño constante y pegajoso, tibio y agradable. Finalmente la coraza que me protege de la violenta ciudad, se abre, deja salir sin más reparos el rugir de mi sentir; se agolpa velozmente hacia el exterior y logra transportarme a la nada. Me reduce a la nada y a la vez me enseña el todo, por primera vez lo veo, con esa imagen de fondo, con el color de un cielo azul y el cantar de un pajaro concertista. El objetivo de una vida se reduce a eso...






El calor se hacía insoportable en las afueras de la prisión de máxima seguridad, donde habían dispuesto que pasara su encierro Thomas, a la espera de un juicio "justo". Sin embargo, hacía tiempo que él no creía en la justicia, ya había abortado los sueños, se dedicaba la vida entera a pensar en sus madres. ¿Qué sería de ellas? ¿Qué de sus seres queridos ya muertos? ¿De su amigo Ernesto?, ¿Del tío Wilson? ¿Y de su padre?, a quien, incomprensiblemente, luego de muerto había comenzado a querer. Su familia había seguido su camino, sus empresas seguían su curso en manos de Julián; y Melisa era el bastión de Carolina, la única que llegó para el juicio. Se “celebró”  (si es esa una forma posible de llamar a tal cuestión), un día caluroso, como tantos otros en el oeste americano. El juez, un hombre gordo y de gran vozarrón lo inspeccionó de arriba hacia abajo, hasta el más mínimo detalle, al entrar a la sala. No podía creer que tal hombrecillo, evidentemente disminuido por años de prisión, había sido capaz de arrancar las vísceras de su propio progenitor y convertirlas en un trofeo de guerra. Al principio fueron largas jornadas de debate entre testigos y abogados, luego disminuyeron los testigos, las pruebas se hicieron aún más evidentes y sólo restaba la declaración final del acusado y un veredicto que se sabía de antemano. La prisión de por vida era algo que no dejaba de ser común en casos de homicidas, pero, por el hecho de permanecer recluido antes del juicio 2 años y sumada su buena conducta, saldría en no más de 15 o 20 años. Suficientemente pronto para ver a sus hijos crecer y formar sus respectivas familias, disfrutar de los nietos y varios años de felicidad junto a su esposa. Pero como no podía ser de otra forma, Thomas no pensaba en eso hace mucho tiempo, solo se limitaba a alimentarse, lo básico para no morir, o eso le decían que hiciese, y a pensar en los muertos vivos, aquellos que no morían del todo, esos que permanecían en su trastornada mente y que permanecerían hasta el resto de su vida. Vivos porque él los mantenía y porque, sin lugar a duda, lo esperaban en algún sitio. Su declaración fue corta y concisa, no desdijo a quiénes lo acusaban, tampoco sus creencias, dijo lo que siempre pensó: -Yo lo maté, pero¿No es acaso una forma simple de catalogar una acción de un humano que sin precedentes intenta desquitarse ante tanta irracionalidad por parte del destino? ¿Quién en esta sala me puede decir que nunca sintió odio hacia otra persona, ser o simplemente algo que sintió que no podría contenerse y mataría por liberarse de su propio pesar? Pues yo no...Yo no lo niego, lo hice porque jamás dejé de pensar un segundo  de mi vida en la malvada persona capaz de hacerme sufrir tanto a mi, a mis seres queridos, ¿Cómo creen que voy a dejar que aquella bestia que me dejó sin vida tenga lo que yo más quiero, el placer de la venganza? Se equivocan si esperan un demente, alguien arrepentido, este soy yo. Perseguí ese hombre, lo perseguí hasta el cansancio, lo disfruté sangrando entre mis manos, lo contuve hasta su deceso y todo a pesar de su abandono. ¿Quién de ustedes es capaz de hacer eso por quien mató a sus madres? Yo sí. Lo acaricié en lo más profundo de su ser, le quité la vida sin sufrimiento alguno, no merecía sufrir, pero no merecía vivir. Y no soy quien para decirles esto, pero su dios, que según ustedes, es el único que puede decidir quien muere y quien no, que los humanos no pueden hacerlo, ese dios me falló; porque dejó que mi propio padre acabará con quien yo más amaba. No me den lecciones de vida, no me entiendan ni compadezcan, solo comprendan que era mi derecho, déjenme ser!- Acto seguido, silencio estampa, procesión interna en miembros del jurado con cara de asombro, proseguido de un estallido en sollozos de esposa y protectora. Finalmente, aplauso seco y ensordecedor, por primera vez hay una luz al final del camino; el acusado es bien visto por la gente, lo aceptan, lo justifican, casi lo quieren. El juez no aplaude, no sonríe, sin muecas desaprueba la situación. Años de leyes para qué alguien quiera hacerle creer que no es culpable de asesinato aún habiéndolo confesado. Ahora es una cuestión personal, de honor, juró ante el colegio y lo hará respetar; nadie saldrá impune de semejante homicidio. La gente congregada a la salida del tribunal lo vitorea, vuelve a sentirse vivo, ya no quiere morir, recuerda a sus hijos, está más vivo que nunca. La brisa matutina lo despierta, siente que hoy será el gran día, sus hijos viajan de Argentina para verlo tras años de oscuridad e incomunicación, los abraza, besa, les dice que pronto estará con ellos, no les miente; lo siente. Se sienta en su lugar, el juez lo mira con una risita socarrona, lo saluda amable, el jurado se frota las manos en conjunto una vez resuelto su veredicto. Sentencia en mano, el juez repasa los cargos al acusado, todos expectantes esperan la resolución, se percibe la algarabía por la probable liberación. Sus hijos allí presentes al juez poco le importa, sus años de orgullosa carrera lo amparan, no piensa en la familia que destroza, solo en sus egocéntrica y ampulosa sensación de felicidad. Culpable declara con vos tensa, apenas audible. Todos transforman sus rostros, Thomas apenas respira y su esposa ha muerto hace rato, sus hijos no comprenden lo que oyen, esperan el final. Saben que no estaba en juego la culpabilidad, de hecho él había confesado el crimen, pero no esperaban el tono lacónico del juez, los atemoriza, abate y traiciona. Era predecible, culpable resuena en los cráneos de esa pobre gente, pero la sentencia es impredecible. O peor aún, predecible, muy predecible, ¿acaso no les dije que se mudó a Texas el juicio? ¿Acaso el juez no es orgulloso defensor de leyes, pena de muerte, inyección letal, qué más da como se la llame? Thomas queda perplejo, Carolina permanece muerta, sus hijos sin comprender. La gente se agolpa en las escalinatas, todos quieren expresar su enojo, tristeza, impotencia y desazón; no, no hay caso, adiós vida, ¿hola muerte? Llega el día, en realidad es de noche, pero pocos pueden ver eso ahora. La vida se debate entre la justicia o la racionalidad, el destino juega con la fatalidad en pareja y vencen por tie break a la libertad y la felicidad. La suerte está echada y no piensa levantarse a trabajar, sólo queda Thomas inmóvil en su silla, inmóvil para siempre, aún vivo, aún muerto... Su mujer se arrastra, llora, grita, no la oyen, está muerta. Sus hijos no son sus hijos, no lo ven, no sufren, no son capaces de comprender aún la magnitud de los acontecimientos. El verdugo, enciende la silla, Thomas toma un último sorbo de aire y ve a sus seres más queridos, directo a los ojos, ahí están ellos esperándolo, nunca fue tan feliz. Cierra los ojos, nunca tan triste, extraña hijos y esposa; los vuelve a abrir, ahí están ellos: -Mamá, Mamá- grita desconsolado- papá perdóname- le dice avergonzado- Ernesto viniste!- Humedecidos los ojos, entumecido el corazón, apagada la conciencia, cierra los ojos, chau amores, Caro, Lucho, Luni, chau... Abre los ojos para siempre, nunca más los volverá a cerrar, se para, camina seguro, y se va definitivamente abrazado a sus madres, su padre y su amigo.
 Vivos como nunca antes habían estado: todos juntos.






Para mañana quedará el final de una historia que ya está lista, pido que disculpen los que estén ansiosos, prometo dejarla posteada antes de viajar a Brasil el Martes, de mientras pueden releer hasta el capítulo 4 con la corrección de JU. Pero debo, aún queriendo no tener que hacerlo, mencionar un hecho que modificó a todos y cada uno de nosostros los argentinos.
 
Una mañana fría como la de hoy, hace ya 10 años, me levanté de la cama feliz, no tenía clases y disfrutaba plenamente de mis infantes y hermosas vacaciones de invierno. Me sorprendió ver a mi vieja en casa, me asomé a ella, a la televisión y me encontré con el miedo. La nube negra aún no se disipaba, las lágrimas, los gritos, la desesperación y el descocierto.  Mis ojos de chico no preparados para  las miserias políticas, religiosas o ideológicas del ser humano, lloraron rios temblorosos. Surcaron mis mejillas gotas condensadas de miedo, dolor, espanto y un sin fin de cosas que no comprendía. Judío por herencia, aún sin importarme ésto, argentino pro naturaleza y solidario por elección.
Mi madre temblaba y me contaba la historia, el negocio familiar, situo a escasas cuadras de la AMIA era el destino de su vieje matinal, iba en un taxi, con Jr mi hermano menor. Todos los días a las 9 hs 53 minutos, pasaba por esa puerta que voló y se deshizo. Ese día el mocoso o no se que circunstancias la demoraron, le salvaron la vida.  La radio devolvía informaciones inciertas, pero el acceso era imposible, la vuelta fue rápida  en silencio, una vez en casa habló con mi viejo que le contaba como le había temblado todo el local. El miedo había pasado, el miedo había comenzado. 
 
Todos tenemos alguan historia por contar, por mínima o lejana, por escuchada o vivida, por lo que sea. Esta es la que elegí hoy, para recordar que han pasado 10 años y aún la incertidumbre y el miedo no se han retirado, para que desde mi pequeño lugar, todo aquel que se asome, encuentre un lugar para reflexionar. Ni por judío, ni por católico,  ni musulmán ni evangélico, no por testigo de jehová, no por budista o adventista del 7° día; este atentado fue un porque sí!, una explosión sin sentido que provocó un agujero en la sociedad argentina. Merecemos respeto, verdad, justicia, memoria, merecemos nosotros y se lo debemos a ellos, que murieron cuando no deberían haber muerto. 
 
Nada más amigos, sólo un grito sórdido que debe ser oido, el pedido de justicia, la súplica de seguridad y la concientización masiva! Por un nuevo año de la voladura de la mutual Judía.
AMIA (Argentinos Muertos Injustamente Asesinados)
 
Abrazo
Toro








“Caliente, brilloso, resplandeciente, vibrante, lujurioso y sofocante”, así se imaginaba Thomas el infierno. No creía en religiones, pero si en una vida más allá de la muerte y podía sospechar que tal vez existía algún destino como el infierno que las religiones trataban de hacer creer a sus oprimidos creyentes. Un nuevo error, hasta desilusión: no sólo no era caliente (excepto en verano), era oscuro, apático, sofocante sí, pero en el peor de los sentidos (si es que hubiera alguno positivo para tal adjetivo), era una pesadilla, de las peores que puedan tener los seres humanos. Un antro de vejámenes constantes y humillaciones continuas, la cárcel... Una temporada allí adentro, le había bastado para suponer que debía haber más inocentes presos de los que jamás se hubiera imaginado. Sufría por él y por ellos. Por primera vez, sentía en carne propia el peso de la injusticia. No importaba si era el destino, no importaba si su acto estuviera fuera de la ley, ¿que importaba eso, si él no merecía ese castigo? La ley puede ser muy ambigua, estaba seguro de ello. A veces penaba a quiénes debía dejar en paz, y a veces dejaba en paz a quienes debía penar, pero sin embargo nunca se preocupaba por definir exactamente los límites de sus escritos. Está claro que una ley puede ser interpretada de diferentes formas, pero no puede dejar de ponerse real énfasis y atención en el entorno de los actos, no deben ser catalogados de crímenes de igual calibre los diferentes acontecimientos que se puedan suceder, por más indebidos, o simplemente ilegales, que estos sean. “La ilegalidad, si que es abstracta”- pensó Thomas, ilegal no puede ser matar a alguien que mata, menos hacerlo de la forma menos cruenta, sin causar dolor. Pero el problema residía en que los jueces, y sus jurados, no entienden de eso, sólo ven en la personas a simples animales irracionales, sin capacidad de tener razones valederas para tamaña atrocidad. “Lo maté, es cierto, ¿Pero acaso lo hice pensando en su mal? no, simplemente lo merecía, no se puede andar matando sin recibir castigo por eso”, ¿Pero acaso no había sido suficiente haber perdido dos madre sen tan sólo diez años?La segunda y la tercera reunión con la jueza Fernández fueron más auspiciosas, pero ya para la cuarta y la quinta notó un cierto atisbo intencional por persuadirlo para que se declarase insano.Pensó que era normal, un derecho que le otorgaban, pero no sabía que detrás de eso se tejía la extradición exigida por un juez británico. No imaginaba que, por más duro que sonara, su padre era aclamado cual héroe en el viejo continente, casi mártir por haber participado de la guerra y haber sido asesinado en la Argentina, paradójicamente, años después.
Causó gran revuelo el hecho, los principales medios del mundo daban por sentado que el caso sería resuelto con la declaración de insanía por sufrimiento, y lo declararían imposibilitado de encarcelamiento. Debería permanecer internado algún tiempo para luego volver a "vivir". Thomas no lo sabía, Carolina sí, Julián y Melisa también e intentaron convencerlo de tramitar ese certificado de insanía. Lloraron en su celda juntos, pero no hubo manera de penetrar sus ideas, estaba decidido a conseguir su libertad admitiendo que había cometido el ajusticiamiento en completo dominio de sus facultades mentales y raciocinio. Cuando entraba en el segundo año de reclusión, consiguió que llevasen su caso a juicio, pero por falta de pruebas, a pesar de que el admitía haberlo hecho, y por presión del gobierno británico se suspendió. Pero lo peor llegó después, una extradición sorpresiva que fue un duro golpe a sus intentos. Ni el ni la jueza entendían que pasaría de ahora en más, ella había aprendido a querer a Thomas y a entender su razonamiento perturbado por el dolor, no podía declararlo inocente, pero no le caería con todo el peso de la ley y la justicia.Sin embargo, ahora se lo llevarían lejos y nunca más podría ayudarlo, sabía que quedaba relegada del caso, de toda posibilidad de calmar las terribles fieras, los más famosos buffetes de abogados de la escuela americana.  Su suerte estaba echada y el reloj no se detendría, su última chance era la insanía, pero no accedería a ella sin un test psicológico de un médico. El intento se frustró antes de empezar, Thomas lanzó por tierra toda intención de su esposa y amigos por ayudarlo, pensaba luchar solo hasta el final. Para ese entonces, sus hijos casi lo habían olvidado y él los había olvidado también, no es que no los quisiera, pero estaba satisfecho con su vida hasta ahí y comenzaba a pensar que la libertad no era lo que siempre había poseído, sino lo que vendría post mortem, la redención de sus males y la liberación de su alma sufrida. Nunca se lo dijo a nadie y así fue como se sumergió en una angustiosa y penosa situación de la que no había forma de desviarlo, ni siquiera los desesperados ruegos de la cancillería Argentina por devolver el juicio a su país de residencia dieron resultado, y finalmente decidieron enjuiciarlo el año entrante en el estado de Texas, EEUU.
Sería allí porque allí había nacido, y nadie imaginaba una intención de fondo...pero la hubo. 




  
 Hacía frío esa mañana, “más de lo normal”- pensó Thomas, teniendo en cuenta que el invierno ya estaba dejando lugar a la primavera en los primeros días de Marzo. Apagó su enésima colilla matutina y se dispuso a recorrer, una vez más, el enorme patio que lo albergaba desde hacía doce meses. Su condena no era fija aún y debía pensar bien hacia donde enfocaría el bendito amparo que lo sacaría de allí. Recordó uno a uno los instantes finales de la persecución y la posterior ejecución de su crimen. “¿Crimen?”- se preguntó para sus adentros- “¿Acaso no es legítima defensa matar a quien mató a tu madre dos veces?, ¿Acaso no merecía la muerte aquel descorazonado ser?”. Espantó rápidamente estas preguntas de su, ya castigada, conciencia, debido a que no lo conducirían a la libertad. Sabía que para lograrlo debía ubicarse en el sendero de la culpabilidad y la lastimosidad, sí bien estaba seguro de merecer su vida nuevamente, estaba convencido de que no llegaría a ella por el sendero de la inocencia compasiva, al fin y al cabo había matado a un hombre, y la pregunta con elocuente respuesta era: “¿Cómo justificar los odios utilizados para la consecución de aquel fin tan elemental, como vengar el dolor desgarrador de una criatura que conoce su verdad tras años de sufrimiento?, un fin que si justificaba los medios, mi querido Maquiavelo”- pensó Thomas, pero nadie lo creería así. Estaba decidido, su defensa sería perfecta, su alegato más aún, y no quedarían dudas de que debían librarlo de tan tortuosa pena por tan "insignificante" hecho. Pasó día y noche pensando las palabras con las que se referiría ante la jueza, sabía que el hecho de enfrentar un juez en su situación era muy complicado, pero también sabía que tenía la ventaja de que, al ser mujer, podría aflorar el instinto materno de su altísima señoría para declararlo inocente o eximirlo de prisión al menos. El primer encuentro no resultó del todo satisfactorio, la mujer que lo atendió en el juzgado no pareció inmutarse ante su estremecedor y sincero relato, sin embargo, sabía en su interior, percibía en sus entrañas que esa conversación sería el principio de su, tan ansiado, camino hacia la libertad. Anhelaba con paciencia sus largas tardes en las calles de Buenos Aires, sus paseos diarios desde el piso que albergaba a su familia desde hace tiempo en la Avenida Del Libertador, hasta su trabajo en la suntuosa y opulenta oficina del edificio central de su empresa en la zona de Puerto Madero. Soñaba, día y noche, despierto inclusive, con volver a sentir el aroma de las mañanas porteñas que le habían devuelto un motivo para sonreír tras tanto sufrimiento en su infancia en la gris, y aún más oscura en sus memorias, Londres.Solía pensar mucho en sus hijos, dos hermosas criaturas que su mujer, Carolina, le había permitido poseer y adorar, también había lugar en su celda para esa mujer que tan bien transformó el resentimiento en felicidad en el estado más puro. Su vida carecía de puntos oscuros en ese momento, todos sus objetivos eran satisfechos, inclusive hallar al malviviente, que tanto dolor le había provocado otrora. Disfrutaba mucho viendo crecer esa familia que juntos habían formado, viendo como cada proyecto trazado se hacía realidad de la forma más natural, como cada día aprendía más y más de sus seres queridos que eran el único motivo por el cual él vivía contento y tranquilo. También tenía tiempo para el trabajo, había montado una empresa de gran nivel en el mercado de las telecomunicaciones y lo más importante era que le permitió conocer a su fiel amigo y compañero Julián, quien pronto pasó de asesor/traductor, en sus comienzos inseparable confidente y mano derecha. Junto con Melisa, eran el complemento emocional ideal para Thomas y su mujer, insertándolos en su mundo bien argentino, donde descubrieron las virtudes de esta gente, un pueblo desunido por las miserias de sus gobernantes. Poco les importó a ellos, soñadores, aspirando a  un mundo más justo y unificado, no precisamente en forma inerte desde posiciones estáticas, sino más bien de los que se mueven con gran astucia y dinamismo para transformar todos sus deseos en realidad. Sin embargo, la suerte quiso que antes de lanzarse en su intento político, antes siquiera de poder establecer algún contacto con organismos que no lucraran con el bienestar público, se encontró con una persona que siempre había buscado, pero que nunca pensó que podía aparecer. Deseos truncados una vez más, siempre que se proponía trazar un nuevo camino en su vida, el maldito ser aparecía,  más allá de lo tangible, por alguna razón surgía y entraba en acción, asesinando madres, como si esto sonara natural, obstaculizando negocios, amenazando la vida de sus seres queridos y otras molestias. Lo peor de la situación, es el agravante de que el diabólico ser, figura como fallecido, durante la guerra de Malvinas, para la justicia. Eso le habían dicho en el consulado británico cuando había denunciado su aparición, ya que era buscado por la policía de Scotland Yard tras los asesinatos –Impossible Sir, Mr. Wilson has been murdered during the Falkland Island's War in 1982 - Acto seguido le habían mostrado el acta de defunción y con eso la impunidad anta las acciones de quien él sabía estaba vivo. Pensó que podra matarlo y nadie podría enjuiciarlo por matar a un muerto. Sin embargo, se equivocó...










Al otro día de esa trágica noche, un tío lo llevó a su rancho en el oeste de los Estados Unidos. Su primer recuerdo de ese lugar es el más terrible que haya tenido en sus entrañas: olores desagradables, humedad al margen, la imagen de la cara de su tío, bonachón y conformista, diciéndole, más o menos, las siguientes palabras:-Hijo tendrás que acostumbrarte a vivir solo, criarte solo y fortalecerte solo, tienes la desdicha de quien ha perdido a su madre, ¡¡Dos veces!!- El rostro desfigurado se le escapaba de la cabeza, desencajado ante la afirmación del inefable Wilson no pudo más que preguntar porqué se refería a dos asesinatos. Allí fue cuando se enteró de que su verdadera madre no era quien el había creído siempre, sino que la mujer acaecida en la imagen que encontró junto al cadáver aquella noche era el de su verdadera progenitora, y el bebé que aterrorizado miraba sin comprender, a quien retrataba era él mismo diez años atrás, con apenas meses de vida. El relato se sucedió como una golpiza para la dañada moral del pequeño Thomas que no pudo contener las lágrimas y el asombro, brotaron las palabras de esa boca ancha, le confirmaban una historia que nunca podría haber imaginado. La madre era la niñera, la primer muerta la madre y su padre el aparente asesino; motivado, según juicios ajenos por la desdicha que le había causado el ser abandonado por su mujer, juró vengarse y lo hizo. Pero, no conforme con esto, quiso hacer infeliz la vida de ese hijo no deseado que sospechaba como el responsable de arrebatarle el amor de su amada esposa. Thomas nunca entendió porqué no matarle si tanto le odiaba, pero supuso que era el resultado de una mente enferma y que no podía tratar de pensar como semejante bestia inhumana. Sin embargo, y aunque tratara de olvidarlo, nunca lo haría...En la granja pasó una terrible etapa: la adolescencia, en ella descubrió el odio visceral (en el peor de los sentidos), sintió la discriminación más descarada por sus huérfanos orígenes, por su desdichada existencia, inclusive creían que traía mala suerte, ya que ambas madres habían sido bestialmente asesinadas. Quien piensa que el tiempo cura las heridas ha de saber que sólo las cicatriza, pero como toda cicatriz, ha de permanecer en el organismo del ser humano hasta que un pequeño roce o pinchazo la reflote a la superficie y la vuelva aún más dolorosa y profunda, y el caso de Thomas no fue la excepción. Aunque, durante largos meses trato de olvidar, incluso años enteros de terapia no pudieron con su trastornada memoria. No había medicina alternativa ni curandero eficiente capaz de liberar de semejante tormento a tan angustiado ser. Por eso, sus años en el campo no lograron mejorar su herida, solo la mantuvieron a la espera de una oportunidad para resurgir y doler más que nunca.Con el tiempo, pareció controlar la ira que le provocaba su vida entera y había decidido estudiar economía en una universidad de la Argentina. Quería, necesitaba, alejarse de su pasado, del Reino Unido, de Norteamérica y de sus ideales de superioridad infundados. Prefería vivir en un pueblo solidario luchador, soñador, y en crecimiento, que pujaba contra los estándares impuestos y los parámetros establecidos por la bajada de línea del hemisferio norte, perpetrada a través de las alianzas entretejidas con la oligarquía de turno. Lo había conocido por una amistad fuerte entablada en un viaje a Cuba, Ernesto Guevara, le había prometido enorme felicidad en la patria más acogedora del universo según propias palabras, justo lo que él necesitaba, empaparse de humanidad.Los primeros meses fueron difíciles; el idioma, la idiosincrasia, la lucha de clases, el dinamismo social, no eran como los yankis que se veían completos con un sillón y una TV; no eran como los ingleses, repletos de soberbia y de creencias tan anticuadas como su reina y sus putrefactas leyes morales. Los “argentos” eran ambiciosos, luchaban y soñaban con un mundo ideal; el tiempo, las dictaduras y las ayudas de los manipuladores de naciones pudientes cancelaron el proyecto igualitario de las masas y lograron nivelar hacia abajo de la media a una población que, tras el miedo y el horror, debió sumirse en la clandestinidad y el exilio, o bien conformarse con el sillón y la TV que desde otras culturas les imponían.Cuando sus sueños parecían resquebrajarse, conoció en la facultad a la mujer de sus sueños: Carolina, mujer delgada, pero fuerte, de rasgos bellos y angelicales, pero de carácter recio y dominante, con sueños de libertad e igualdad, pero con un toque de realismo que pocas veces había visto; no era una utópica que soñaba con irrealizables locuras, planeaba una vida normal pero con menos dolor en el pueblo latinoamericano, luego en el mundo. Ambicioso proyecto tenía, pero luego vería como su vida giraba en torno a su familia, y, no es que no lo hiciera feliz eso, sino que hubiera preferido poder hacer algo para frenar la masacre de los oníricos luchadores del sueño deshecho. Lamentablemente, el temor por la pérdida de sus familiares en manos de la ley y la ficticia justicia, no le dejaron más remedio que la oscuridad y la dedicación absoluta a la manutención de su propia vida.Poco a poco, la vida se hizo más llevadera con la llegada de la falsa primavera, la bonanza de una empresa en desarrollo que lo llevó a un gran pasar económico y la aparición de las criaturas celestiales que el destino les había deparado: Lucho y Daniela, ángeles del cielo habían caído en esas épocas, porque la belleza y la ternura de esos niños era indescriptible. Le habían completado la vida de tal forma a esta pareja que sólo una tragedia, como la que traía guardada en su interior Thomas, podía perturbarlos.Durante la única etapa dulce de sus vidas entablaron una inquebrantable amistad con Julián y Melisa: socios y compañeros, un grupo unido que les permitió cerrar el círculo de una vida más que envidiable, por quienes desean paz, salud, felicidad y toda la tranquilidad posible.
 
Pero el destino, una vez más, tenía algo preparado en sus avatares indescifrables, algo que jamás podría haber pasado, de no ser por el destino, claro...




Adiós mamá -balbuceó Thomas- y se hundió en un profundo y largo sueño. Su madre lo miró tiernamente, le acarició el dorado cabello y le besó la frente. Luego caminó sigilosamente hacia la puerta, volteó para verle por última vez, soltó una lágrima y se despidió: -Perdóname hijo...te amo...adiós.Thomas no pudo oírla y siguió impávido ante las palabras de esa mujer que lo había criado desde niño y a la que él consideraba su madre. Nunca recordó que estaba soñando esa noche, solo que lo levantó el sonido seco y estremecedor de una bala, claro que para ese entonces él no sabía como sonaba una balacera, lo descubriría años más tarde con el sabor de la dulce y trágica venganza.Salió como un rayo de su alcoba y se encontró con lo que jamás hubiera imaginado: el cuerpo de su madre yacía en estado fetal en la cocina y sus vísceras al costado parecían desafiar la fortaleza estomacal del pobre niño, que miraba con los ojos desorbitados el horroroso espectáculo.Nunca supo si era producto de su imaginación o su deseo de venganza, pero siempre recordaba la misma sombra que se escabullía entre los arbustos del frondoso parque trasero de su casa y salía velozmente al encuentro de la impunidad. Mucho menos podría decir con exactitud a quién pertenecía aquella silueta, que en sus más acechadoras pesadillas le perseguía sin descanso. Ni siquiera, si era de un hombre o una mujer; aunque siempre se inclinó por la primera posibilidad porque le parecía que tenía una altura imponente. Aunque hay que recordar, y él siempre lo hacía, que para ese entonces tenía diez años y difícilmente hubiera podido distinguir la diferencia entre su metro cuarenta y los posibles metro cincuenta, sesenta, setenta u ochenta de aquella extraña figura de odio reproducida por su mente cada vez que recordaba el día en que su vida dio un vuelco inesperado. Vuelco que jamás le permitiría volver a sentir como antes las ganas de matar y por las cuales hoy estaba en la posición en la que estaba.En la historia de la humanidad nunca hubo infancia más triste que la de este chiquillo, aún cuando el mismo siempre pensó que había sido feliz entonces, pero recordaba perfectamente que carecía de amistades, de afectos e inclusive de intereses, solo se dedicaba el día entero a estudiar y complacer los pedidos de su madre enferma. En esos tiempos, él se creía satisfecho con sentir que su madre era un poco menos sufrida al tenerlo a su lado. A pesar de que estaba enferma, nunca la vio quejarse ni flaquear ante él, siempre se mostró como una mujer fuerte e imponente, aún en los peores momentos cuando parecía que ningún remedio podía calmar su dañado organismo. Así la recordaba él siempre, la mujer más hermosa que se haya visto, la más fuerte, la más apacible doncella que haya existido, mujer como pocas quedan. Con agallas para criarlo en soledad y a pesar de la oposición de su familia. Nunca supo esto hasta años más tarde, pero su madre biológica, a quien también descubrió casi tan bella como a la adoptiva, también había sido asesinada, también en su presencia y también por la misma silueta, aunque se lo haría saber con el tiempo un tío lejano. La historia era no menos tenebrosa que la que el en carne propia había sentido, pero era más distante para sus memorias, aún así agigantaría sobradamente sus deseos de venganza y su necesidad de justicia.Juntó sus manos y las frotó en su rostro, luego afirmó las rodillas, que para ese entonces le temblaban de manera insistente, y se dirigió hacia el cadáver. Jamás pensó que la muerte se vería de esa forma, era mucho peor de lo que un chico, de un decenio de vida, podía imaginar. Era aún más trágica, dolorosa, triste y solitaria de lo que nadie, que no lo hubiera vivido, pudiera saber o tal vez imaginar. Su mente pasó por un blanco instantáneo, luego se detuvo en una imagen que rebotó contra las paredes de su cráneo: una foto estaba encima del cuerpo, la tomó con cuidado, puesto que estaba muy asustado y tenía los ojos borrosos por las lágrimas que se aproximaban a desprenderse desde la profundidad de ellos, no entendió de inmediato lo que veía; pero pronto, a pesar de su corta edad pudo razonarlo, una foto de una mujer muerta en idéntica posición que su madre, pero años atrás, por lo que denotaba el estado de la fotografía y la vestimenta de la mujer, era obvio que el asesino de su madre había hecho lo mismo alguna vez. No se detuvo en el detalle del bebe sentado al lado del cadáver en la instantánea, pero tiempo más tarde entendería que no era todo una casualidad y que lo peor que pudiera imaginar llegaría...




Cuando uno termina una relación, con o sin dolor, junta el puchito de recuerdos y los amontona toditos en un cajón con llave. No los tira, no los rompe, no los devuleve, y sobre todo no los conserva al alcande de la vista.
Cuando uno siente que le han quitado lo mejor que uno tenía, no quiere recordarlo a cada rato, no quiere vivir en el pasado ni confundir su presente, quiere progresar; a veces con mayor vehemencia y perseverancia, otras tantas con pasos dubitativos y vaivenes temerosos; pero siempre va hacia un camino liso, despojado de las sinuosas turbulencias de una ruptura.

Con el transcurrir del tiempo uno abraza la cordura, recupera el control de su propia vida, recobra deseos y sueños; pero nunca deja que el cajón de los recuerdos se abra.
Luego llega un punto en el que no bastan las miradas lejanas y perdidas en busqueda de un destino truncado, no alcanzan las voces sórdidas de una llamada a deshora, no son suficientes las pruebas superadas que uno mismo se ha trazado...en ese momento es cuando ha llegado la hora.

Nunca es fácil abrirlo, no tanto por problemas en la cerradura, sino por el temblor d ela mano que guía la llave, no vaya a ser cosa que todo ese mundo de superación tejido a lo largo de apagadas noches y encendidas mañanas aún más oscuras, haya sido solamente un recurso de amparo presentado por un corazón que en penurias y arrebatado de su sano juicio lo hubiera (o hubiese) interpuesto como último recurso ante tamaña desolación.
En el momento en que el candado cede ante el serrucho del metal que nos quema en las manos, el cosquilleo retorna a nosostros como si nunca hubiese existido tal desamor, el sudor frío y la parafernalia del abandono nos persigue hasta sumirnos en delirios, y un estado febril que nos entumece el cuerpo y apaga la conciencia, completa la escena, sólo es invadida por un sacudón de adrenalina que nos transporta a un mundo donde se libra una batalla épica entre nuestro corazón y nuestro cerebro.
Quien ha pasado por esta situación, entenderá a la perfección el sentimeinto de desahogo que puede provocar encontrarnos con recuerdos felices de un tiempo que no nos afecta, o habrá saboreado el amargo y ardoroso nectar del dolor y un amor que han perdurado.

Se preguntaran por qué tantas palabras?, no estoy dando cátedra, estoy exponiendo una sensación, una vivencia, quizá un pensar o algo menos. lo cierto es que me ha llegado el momento, he tomado a este Toro por los cuernos y he visto pasar esa sensación por todo mi ser, he roto las cadenas que me aferraban al pasado, la ví...
Un hola, una cordial modulación de palabras, un abrazo tierno, un adios y una sensación eterna de liberación continua, la vi...
Un rostro conocido, una mirada encendida, una voz apenas audible y un recuerdo lejano, la ví...
Sensaciones encontradas, la triste alegría del haber olvidado, la ví...

Y por fin, sin miedo, puedo decir, que dejé el cajón sin llave...





Una vez más en uno de los países más peor desarrollados del viejo continente se da comienzo al famosísimo y tradicionalísimo festival de San Fermín. Yo no sé que carajo habrá hecho el tal Fermín para merecer semejante sacrilegio en su nombre, pero de pensarlo me repugna.
Como Toro que soy, me siento en la obligación de abrir en este, mi espacio, un lugar al debate cultural, a la exposición de ideas más inteligentes que las mías, a la posibilidad de entender, si es que hay manera, la razón de ser de semejantes cuestiones, llamadas festivales, fiestas, creemonias o ritos. Desde mi lugar en el mundo les digo No!!! a los San Fermines, a las plazas de toros, a los toreros y en especial al público que demuestra su asquerosa condición sin razocinio y se entrega al pseudo-espectáculo de sacrificar un pobre animal.
Encima a un Toro!!! A quien se le ocurre...
Les dejo la letra de una potente canción de Ska-P, que describe esta verguenza que me indigna, en mejor forma...

Verguenza - (Torero)Ska-p

Entre el Atlántico y el mar Mediterráneo hay una tierra de mar y mucho sol
que desde antano se viene practicando una asquerosa y sucia tradición:
Un individuo vestido de payaso tortura y martiriza hasta la muerte a un animal
y el graderío estalla de locura cuando el acero anuncia su final
Banderilleros sedientos de violencia van torturando sin ninguna compasión
los picadores prosiguen la matanza acentuando punzadas de dolor
Malherido, enviste con bravura contra el frío del acero que destroza su interior
agonizando en un charco de sangre, el puntillero remata la función

Festejo criminal, vergüenza..
Torero, eres la vergüenza de una nación
Torero, eres la violencia en televisión
Torero, eres asesino por vocación
Torero, me produce asco tu profesión

Llamar cultura al sadismo organizado, a la violencia, a la muerte o al dolor
es un insulto a la propia inteligencia, al desarrollo de nuestra evolución
Tu indiferencia les hace poderosos, manifiesta tu repulsa a la fiesta criminal
no colabores con un juego de dementes, taurinos al código penal

Festejo criminal, vergüenza..
Torero, eres la vergüenza de una nación
Torero, eres la violencia en televisión
Torero, eres asesino por vocación
Torero, me produce asco tu profesión
Festejo criminal, vergüenza..






Hoy era un día normal, no debería haberse destacado por nada, todas las situaciones eran previsibles y rutinarias, pero esa sucesión de repeticiones continuas que reflejan mi vida, por un instante modificó su existencia.
Nunca sé lo que habrá de cambiar mi día de un compendio de cuestiones insignificantes a uno de los momentos más trascendentales de mi corto existir.
No creo en el destino, no soy fatalista y por sobre todas las cosas, defiendo fervientemente en mi capacidad para manejar mi propia subsistencia en este opacado paso hacia el proximo estadío.

Sin más, paso a contarles el porque de esta sensación que me renueva, esa que me ha recordado y aleccionado sobre los motivos de mi presencia corpórea:

La tardenoche le había ganado la batalla al dulce día, así como las nubes opacaban el sol desde temprano y el viento fresco abofeteaba mi rostro como agujas de hielo enseñandome el dolor. La sensación de aletargamiento me aquejaba, retazos de una siesta de media hora, previa a la corrida maratónica por llegar en hora a esa magistral clase de inutilidades, agrupadas en la palabra Derecho. Bajé las escaleras con mi habitual torpeza, sorteando las mujeres mayores que obstaculizaban mi recorrido, salteando los escalones rotos de una ciudad en ruinas y contando las monedas para obtener el Incómodo y fetichista Boleto.
El tren estaba en la estación Scalabrini Ortiz de la Linea D, esperaba mi llegada como mis labios esperan tu boca, mi paso cancino se aceleró en la búsqueda de la puerta, pero nunca lograría atravesar el umbral de las garras electrónicas del salvaje urbanismo.
El tiempo se detuvo en mi reloj mental, las agujas de mi conciencia marcaban la hora final, pero siemrpe hay un último giro inesperado y sorpresivo...
Mi torso se desprendió de las inanimadas opulentas, mis brazadas inutiles se batían a duelo contra la fuerza de la tecnología; y siendo ésta una batalla perdida, las pulsaciones y la adrenalina coparon la parada.
La parálisis se deleitaba ante mi débil reacción, la oruga motriz comenzaba a desplegar su capacidad de movimiento artificial, mis dientes crujían en una mueca nerviosa y se atragantaban con la saliva pastosa del nervio a flor de piel. Mis ojos no me pertenecían, pero observaron el accionar de gente despersonificada, de héroes callejeros que acudieron impulsivos ante la amenaza contra mi persona. Cuatro gentes, 8 manos, 8 piernas, 8 ojos, 4 narices, 4 CORAZONES que sentían junto al mío y al verlo agazapado ante el miedo que lo acosaba, no dudaron en someterse a prueba y tomar al Toro por las astas.
Finalemnte caí...el suelo me abrazo, cálido, como el pecho de una madre amamantando. Despertaron mis sentidos, recobré algo de color y al fin pude entender que aún estaba vivo, no había daños mayores que un golpe en el bajo vientre provocado por la caida y otro en la rodilla producto de una puerta corrediza hija de puta.

Es exagerado quizá, pero fue realmente una vuelta a empezar, un llamado a la reflexión, un grito de socorro y un pedido de auxilio que se fusionan exigiendo paz y calma. Y pienso escucharlo, entregarme a lo necesario, a la defensa de mi propio ser.
Hoy Jueves 1 de Julio de 2004, quiero hacer público mi agradecimiento a 4 personas, seres, que me devolvieron a la tierra, que me tendieron sus manos sin pretensión alguna, y aún sabiendo que nunca leerán esto y que no podría reconocer sus caras, decirles que les debo una de mis reencarnaciones a ellos.
El Toro seguirá entre ustedes, con su habitual repertorio de sinsabores y alegrías, para bien o para mal...

GRACIAS!!! (Todavia me tiemblan las manos mientras tipeo este homenaje)